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viernes, 27 de enero de 2012

Día 24: Una lección de generosidad.

La lección de generosidad que recibí hoy no tiene antecedente. Resulta que estaba en mi reunión de todos los viernes con el Gerente General cuando le informé sobre que una trabajadora de limpieza tuvo que retirarse porque al parecer su hija estaba mal desde hacía 2 días y le habían llamado porque parecía desfallecer. Inmediatamente, cortamos la sesión y me pidió más antecedentes de la trabajadora y su hija. Le di esa información. Y luego me pidió el número de celular de la señora y la llamó directamente. Se enteró de lo que sucedía y le dijo que la volvería a llamar. Acto seguido llamó a un médico especialista, de esos que con solo hablarles cobran, y le dijo que necesitaba que le recomendara el mejor doctor para que viera a la niña. Este le dio el nombre y teléfono de otro galeno y al colgar, llamó inmediatamente a este último. En la conversación mi jefe le dio los pormenores de los síntomas y al finalizar le dijo al doctor: por favor necesito que la atienda bien y de los gastos me hago cargo yo. Luego llamó al encargado de transporte de la empresa y le dio instrucciones de que fueran a la casa de la trabajadora a traerla junto con su hija y llevarla al médico. Dos horas después la trabajadora estaba en la oficina con la noticia de que el doctor había mandado a hacer una resonancia magnética a la adolescente. Para entonces, yo estaba en mis qué hacer habitual, y mi jefe se acercó a mi oficina: ¿vos tenés tarjeta de crédito de la empresa verdad? Asentí. Y luego me dijo, por favor ayudame llevando a la señora a que le hagan el examen a la jovencita y pagás con la tarjeta. Me fui y pagué más de lo que esta  trabajadora gana en un mes. Al final del día la jovencita ya había sido vista por un especialista graduado en Londres y se había realizado un examen carísimo cortesía de mi jefe. Ya mañana la vería nuevamente el especialista porque los resultados los darían hasta entonces.  Mi jefe dejó coordinado todo para que ella tuviera taxi disponible de ida y vuelta y para que los resultados de los exámenes estuvieran a la hora citada por el médico tratante. El diagnóstico inicial no fue muy halagador pero sé que la adolescente está en buenas manos y que Dios hará obra. Finalmente por qué cuento todo esto. Sin decirme una sola palabra, mi jefe me dio una cátedra de cómo ser generoso sin esperar nada a cambio. En este país donde todos los días hay asesinos y ladrones que hacen de las suyas, también hay hombres y mujeres que como mi jefe hacen que la esperanza en el ser humano se mantenga latente. Ser generoso no es dar lo que sobra, es dar cuando el que recibe realmente necesita. Ser generoso es dar y no hacer alarde de eso. Ser generoso es ser un héroe y no esperar reconocimiento. Hoy me diste una de las mejores lecciones, Mauricio.  Que Dios te bendiga. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!!!

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