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martes, 31 de enero de 2012

Día 25: Rescatar las relaciones perdidas.

Para afianzar las relaciones hay que mostrar verdadero interés en la gente. No es una casualidad que hace dos días comenzara a leer el libro “Ubuntu” coescrito por Stephen Ludin y Bob Nelson. Dentro de él se narra una historia ficticia con enseñanzas sobre la correcta administración de personas y específicamente sobre la mejor forma de establecer lazos con otras personas. Esta idea es especialmente enriquecedora sobre todo para los reinicios. La historia principal narra cómo una personas eficiente en su trabajo operativo es ascendida a una labor gerencial sin dar los resultados que se esperaban, adicionalmente se describe el proceso de divorcio que está afrontando. Lo interesante del asunto es que en determinado momento, este personaje se da cuenta de que cuando ha tratado de tender puentes, en realidad no ha sido muy sincero y ha tratado de “lucir” convincente, sin serlo. Lo mejor de todo es que el primer paso para cambiar es precisamente que reconoce que hasta ese momento las cosas no le han funcionado bien porque no ha puesto todo de su parte y resuelve que hará todo lo que esté de su parte y hasta lo que no, para mejorar sus relaciones familiares y con sus subalternos. El mensaje de que nunca es demasiado tarde para retomar el camino es fabuloso. Si estamos en la línea de fijar el mapa e iniciar el año con las mejores acciones y seguir el camino correcto, es indispensable analizar las relaciones que hemos descuidado: sean estas con la familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo, con los colegas, con los subalternos. Es posible que la primera reacción sea de rechazo, pero si ha sido nuestra responsabilidad el distanciamiento, también lo es el hacer todos los intentos necesarios para lograr el acercamiento. Esta vida tan espectacular que nos ha tocado vivir no es para estar solos, es más bien para compartirla. Cuando un hombre o una mujer logran hacer conexión con otros seres humanos, se enriquece a sí mismo y enriquece a otros. Naturalmente siempre existe la posibilidad de altercados aislados, aunque la magia funciona justamente porque porque la gente elige estar con vos a pesar de tus defectos, y porque vos decidís seguir con esa gente a pesar de sus defectos. El tender puentes y no murallas en las relaciones es una decisión. Nadie más que vos la podés hacerlo. Si hoy estas solo/a lo mejor no es preguntarte por qué lo estás sino cómo resolver el asunto. Si te mostrás como amigo/a, tarde o temprano serás incluido/a. La humildad de aceptar el rechazo inicial también es muestra de madurez y al final de cuentas es una apuesta en la que te arriesgás a ser mucho más feliz. Y como dice mi amigo Freddy: auuuu!!!!

viernes, 27 de enero de 2012

Día 24: Una lección de generosidad.

La lección de generosidad que recibí hoy no tiene antecedente. Resulta que estaba en mi reunión de todos los viernes con el Gerente General cuando le informé sobre que una trabajadora de limpieza tuvo que retirarse porque al parecer su hija estaba mal desde hacía 2 días y le habían llamado porque parecía desfallecer. Inmediatamente, cortamos la sesión y me pidió más antecedentes de la trabajadora y su hija. Le di esa información. Y luego me pidió el número de celular de la señora y la llamó directamente. Se enteró de lo que sucedía y le dijo que la volvería a llamar. Acto seguido llamó a un médico especialista, de esos que con solo hablarles cobran, y le dijo que necesitaba que le recomendara el mejor doctor para que viera a la niña. Este le dio el nombre y teléfono de otro galeno y al colgar, llamó inmediatamente a este último. En la conversación mi jefe le dio los pormenores de los síntomas y al finalizar le dijo al doctor: por favor necesito que la atienda bien y de los gastos me hago cargo yo. Luego llamó al encargado de transporte de la empresa y le dio instrucciones de que fueran a la casa de la trabajadora a traerla junto con su hija y llevarla al médico. Dos horas después la trabajadora estaba en la oficina con la noticia de que el doctor había mandado a hacer una resonancia magnética a la adolescente. Para entonces, yo estaba en mis qué hacer habitual, y mi jefe se acercó a mi oficina: ¿vos tenés tarjeta de crédito de la empresa verdad? Asentí. Y luego me dijo, por favor ayudame llevando a la señora a que le hagan el examen a la jovencita y pagás con la tarjeta. Me fui y pagué más de lo que esta  trabajadora gana en un mes. Al final del día la jovencita ya había sido vista por un especialista graduado en Londres y se había realizado un examen carísimo cortesía de mi jefe. Ya mañana la vería nuevamente el especialista porque los resultados los darían hasta entonces.  Mi jefe dejó coordinado todo para que ella tuviera taxi disponible de ida y vuelta y para que los resultados de los exámenes estuvieran a la hora citada por el médico tratante. El diagnóstico inicial no fue muy halagador pero sé que la adolescente está en buenas manos y que Dios hará obra. Finalmente por qué cuento todo esto. Sin decirme una sola palabra, mi jefe me dio una cátedra de cómo ser generoso sin esperar nada a cambio. En este país donde todos los días hay asesinos y ladrones que hacen de las suyas, también hay hombres y mujeres que como mi jefe hacen que la esperanza en el ser humano se mantenga latente. Ser generoso no es dar lo que sobra, es dar cuando el que recibe realmente necesita. Ser generoso es dar y no hacer alarde de eso. Ser generoso es ser un héroe y no esperar reconocimiento. Hoy me diste una de las mejores lecciones, Mauricio.  Que Dios te bendiga. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!!!

jueves, 26 de enero de 2012

Día 23: En vos está evitar que la amargura afecte tus días...

Hoy tuve un altercado con una compañera de trabajo, y fue tan rápido, que hasta que todo había comenzado pude detenerlo. Resulta que había contratado a una agencia en otro país para un proceso de reclutamiento, y cuando pasé la factura a finanzas, me informaron que era necesario realizar una retención por impuestos que contempla la legislación de aquel país. Sobre el correo donde me notificaron respondí que por cortesía deberíamos informar al proveedor. Y ese fue el detonante. Esta compañera respondió que no era su obligación hacer eso y que en todo caso era mi responsabilidad por haber contratado los servicios de esa empresa. Al principio me alteré (vaya que no me cuesta, ni tantito) pero luego me puse a pensar que si bien es cierto no era el tono en que me respondieron el más adecuado, no significaba que yo tenía que ponerme al mismo nivel. Entonces recordé uno de los principios básicos de la vida: quien primero se enoja es quien pierde. Y me dije que no quería perder la felicidad de una jornada solo por algo tan banal. El punto es que luego de un par de correos, esta compañera me llamó muy molesta a reclamar mil cosas. Yo la escuché y cuando hubo descargado su enojo, le dije: ok, estoy de acuerdo contigo en que no es obligación tuya y creo que no fue claro al comentarlo ya que estoy consciente de que debo hablar con el proveedor, sin embargo la forma en que lo dijiste no fue la correcta, pero comprendo que quizá estés llena de muchas actividades. En ese momento, cuando comencé a tomar un tono conciliador en lugar de responder de la misma manera, ella comenzó a ceder al punto que luego se disculpó. Creo que si me hubiera puesto al mismo nivel me habría amargado el día y habría erosionado la relación con mi compañera de trabajo. Mi jefe dice algo que es muy cierto: “si pasamos tanto tiempo en la oficina, lo menos que podemos hacer es tratar de pasarla bien”, y tiene mucha razón.  En la vida cotidiana mucha gente puede que nos ataque verbalmente o que a la menor provocación reaccione no tan amablemente. Lo mejor es dejarles pasar eso y tratar de ser conciliador. Al final de cuentas si dejás que los otros te afecten el ánimo les estás dando poder sobre tu vida y tu felicidad, y eso si que no es nada justo para vos mismo/a. Ahora bien, puede que seas el otro lado de la moneda, que seas un “vidriecito” que a la más pequeña razón te quebrás y sacás uñas y dientes, pero recordá siempre esto: si te enojás llevás las de perder. Otra cosa que es importante es no menospreciar a los demás por muy alto o muy bajo que estén en lo social o económico. La vida da muchas vueltas y si hoy estamos arriba, mañana puede que necesitemos del  más pequeño. El altercado de hoy me enseñó que por trivialidades la gente pelea y deja que su día se amargue, por eso me prometí que no dejaría que fuera así. Puede rodar el mundo en un canal de enojos pero yo me haré a un lado, no permitiré que esas tonterías me impidan disfrutar fabulosos minutos de felicidad. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuuu!!!!

miércoles, 25 de enero de 2012

Día 22: Decir cuándo y a qué hora para que las cosas sucedan.

El segundo paso que posteé para a principios de diciembre del año pasado era “Hacer el mapa y fijar las fechas”. Este paso va muy de la mano del primero, que es del que he venido escribiendo. Pero podrías preguntarte, y por qué Marlon primero habla de conseguir una brújula y luego de hacer el mapa. Sencillo. Esa brújula afirmé que es el rumbo a seguir, pero luego de que hemos ubicado el objetivo, lo mejor es encontrar el mejor camino para llegar. La planificación es en efecto ese mapa para llegar a aquel objetivo que nos fijamos. Pero no solo eso es importante. En una cultura como la nuestra, lo mejor es fijar fechas perentorias, no negociables con nosotros mismos. Ayer mismo me pasó algo que sucede todos los días en Guatemala: un amigo al que hacía buen tiempo que no contactaba me llamó por teléfono y estuvimos charlando por un largo rato. Antes de colgar me dijo la famosa frase “a ver cuándo nos tomamos un cafecito”. Con la diplomacia que me caracteriza (que no vaya a ser mucho) rápidamente le dije: “vos como que no te querés juntar conmigo, verdad”. A lo que él rápidamente replicó “pero si te acabo de decir que nos juntemos”. “Sí”, le repliqué, “pero –a ver cuándo- es sinónimo de nunca, mejor decime cuándo, a qué hora y dónde, y estamos hechos”. Por supuesto que le saqué una risa pero más que eso el episodio me hizo pensar que los guatemaltecos anhelamos hacer cosas, tan sencillas como reunirnos con un viejo amigo o tan complicadas como terminar la carrera de la universidad, pero generalmente no ponemos fecha para hacerlas, y por eso es que el tiempo se nos pasa y no logramos lo que queremos. Por esa razón es que una vez que definimos qué queremos tenemos que ponernos fechas límites para comprometernos con nosotros mismos y con su cumplimiento. Dentro de mis propósitos de año nuevo, recuerdo que te compartí que quiero bajar 25 libras en este año. Eso significa que debo proponerme bajar al menos 2 libras al mes, hasta el momento voy bien, acabo de pesarme recién ayer y justamente he bajado esa cantidad. También me acuerdo que te compartí que en febrero quiero retomar la natación los fines de semana. No sé cómo, pero tengo que cumplirlo, porque ya me puse una mes, no un “a ver cuándo”.  Si lo que queremos es dar un detalle, un beso, una llamada, o cumplir una meta quizá más trascendental, lo mejor es decidirte a poner fecha y hora, y cumplir con ella. Solo de esa forma podrás notar que avanzas. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!!!

lunes, 23 de enero de 2012

Día 21: Lo que realmente cuenta...

Lo mejor que está vida nos ofrece regularmente no se compra con dinero. Eso lo puede corroborar una madre que ve a su bebé por primera vez, o el hijo que recibe el abrazo necesario de su padre cuando tiene su primera decepción amorosa. También el adolescente que junta por primera vez su labios con la muchacha que le roba los sueños, y qué decir del anciano que recibe la llamada telefónica diaria de su hijo que se encuentra lejos. En fin, lo que realmente es valioso en la existencia, o no cuesta nada o hay que invertir a penas una nada. Esto lo traigo a colación porque una correcta planificación de vida, debería incluir también el tiempo para dedicar a los nuestros. Dependiendo qué papel desempeñás en la vida, si sos papá, deberías tener al menos un día para hacer algo especial para tu esposa y calidad de tiempo para tus hijos. Los niños crecen muy rápido. A mí me pasó con mi sobrina. Es casi un hija para mí. Todavía me acuerdo del día en que nació, aquel 18 de agosto de 1996. Y la emoción con la que fui a comprar ropita de bebé para el día que mi hermana y la pequeña saldrían del hospital. Hasta compré un globote metalizado rosado con la leyenda “Is a girl”. En ese tiempo yo no tenía carro, y recuerdo que llevamos un taxi hasta la puerta del hospital para llevar a mi hermana y su bebé a la casa. El globo, como era muy grande lo metimos en el baúl. Cuando llegamos a la casa todos bajamos del carro y pagamos al conductor. Minutos después de que se fue nos acordamos de que el globo se había quedado. Puede parecer algo trivial, pero recordar aquel episodio me trae felices recuerdos, sin embargo, hoy ya han pasado casi 16 años y esa bebé ya se convirtió en una bella señorita que es más alta que yo. Durante muchos años de su niñez me dediqué a otras cosas y no pude verla crecer. Quizá guardaría mejores recuerdos si le hubiera dedicado más tiempo, y lamentablemente ya no volverán esos años. Lo bueno es que ahora estamos compartiendo más. Hasta nos inscribimos juntos para recibir clases de inglés, quiero estar presente en muchos momentos de su vida. Quiero crear lindos recuerdos en su vida, para que cuando yo ya no esté o cuando ella esté lejos, atesore esos momentos como su herencia más preciada. Nunca es tarde para darles a los nuestros ocasión de guardar instantes entrañables. Hay quienes no tienen familia cercana, y sus amigos son los hermanos o padres que no tienen, a ellos también podemos darles mejores recuerdos. Lo bueno de la vida, es que nunca es tarde para corregir el camino. Hoy te animo a que busqués ocasión de construir un legado de amor, y así, cuando ya no estés o los tuyos partan al otro lado de la existencia, quede siempre esa riqueza que construye puentes entre la gente. Y como dice mi amigo Freddy: auuuu!!!!

domingo, 22 de enero de 2012

Día 20: Vos elegís ser feliz o complicarte la vida...

El jueves comencé a escribir unas líneas para esta entrada, estuve tentado a contarte sobre un asunto que me enojó durante un momento. Sin embargo, recordé que el objetivo de este blog es buscar la felicidad y la plenitud por lo que desistí y me dije que mejor buscaría el momento adecuado para describir aquello que me dijeron. Con esto no quiero decir que en la vida no vayamos a tener momentos feos o dolorosos, pero lo que hace el cambio no es la situación sino la actitud con la que se afrontan. Recuerdo que en su libro de Objetivo Felicidad, Gretchen Rubin cuenta que dedicó un mes entero a leer biografías de personas que aún en las dificultades han logrado superarse y salir adelante. Son historias realmente inspiradoras y que de alguna manera llaman nuestra atención sobre no considerar que lo que nos acontece es lo peor que puede pasar o que nadie sufre más que nosotros. Por supuesto que cuando estamos en una situación difícil el dolor o el enojo son reales, y en nuestra dimensión y nuestra vida realmente tienen una importancia que no puede minimizarse. Sin embargo, es ahí donde la actitud es la que cuenta. El doctor Andrés Panasiuk, en una conferencia, contó a cerca de un grupo de misioneros jóvenes que llegaron a realizar su trabajo en la selva ecuatoriana y cómo fueron ejecutados. Y luego, cómo los hermanos de uno de esos misioneros fueron llegando y además lograron el cometido de evangelizar a las tribus de aquellas latitudes. Lo más admirable fue que conocieron a quienes participaron en la matanza de su hermano, pero perdonaron y asumieron con convicción la labor religiosa que hacían e hicieron aquello por lo que su hermano mayor había perdido la vida. En circunstancias distintas, seguramente los hermanos hubieran acudido a vengarse, pero en este caso ellos eligieron otro camino, el que nadie espera, y no solo honraron la memoria de su difunto hermano sino que dieron un ejemplo de vida difícil de comparar. Ahora que volteo a ver ese episodio que me pasó el jueves me doy cuenta de que tenía dos alternativas: darle paso al enojo o simplemente dejarlo pasar para que mi vida siguiera un buen curso. Elegí esto último y me fue mejor de lo que pensé. Quizá, dentro de esos “bultos” que debemos dejar para avanzar hacia nuestro objetivo de plenitud. Finalmente, de nosotros depende qué camino tomar y cuánta carga llevar. ¿Te animás a “dejar pasar” los malos momentos, el enojo y el rencor para crecer? Y como dice mi amigo Freddy: Auuuuu!!!!

miércoles, 18 de enero de 2012

Día 19: Dejá el pasado: viví hoy para construir tu futuro...

“Debe la poesía despertar al que ha perdido su estrella, y a los muertos dejarlos donde están”, escribió el poeta Julio Palencia. Hace poco más de 10 años leí ese fragmento y me impactó por dos motivos. Primero, el mundo de la palabra escrita me devolvió el ánimo de vivir en una etapa que  fue particularmente dura en mi juventud; y segundo, la frase de dejar a los muertos donde están me dejó una huella hondísima ya que había sufrido la pérdida de una de las personas que más he amado. Pero esa sentencia puede aplicarse al pasado en general. Resulta muy gratificante hablar de empezar nuevos proyectos, soñar mucho y desear mucho, pero si existen lastres que nos impiden avanzar, es difícil lograr los objetivos. En estos días platiqué con un amigo sobre su relación sentimental con otra persona, desde hace más de 8 meses se pelean 5 días y 2 están contentos. Se celan mutuamente y se dicen que no son novios. Todas las semanas intuyo que este amigo se siente muy solo y ayer le dije que debería dejar de una vez por todas esa relación si quería comenzar algo nuevo en su vida. Y es que resulta que muchas veces queremos buscar pareja pidiendo encontrar lo que otra tenía. O posponemos retomar el estudio porque ya dejamos mucho tiempo y creemos que estamos muy viejos o desactualizados. Y es cierto! Cada segundo envejecemos más y cada año que dejamos que pase sin estudiar nos desactualizamos, pero nunca es tarde para retomar el asunto, el tema es dejar por un lado el negativismo. Hay ocasiones en las que nos proponemos tener mejor relación con la familia, y sin embargo mantenemos rencores. Yo recuerdo que pasé poco más de 12 años sin dirigirle la palabra a mi padre y lo peor del caso es que ya ni recuerdo por qué sucedió. Lo cierto del caso es que hace algunos meses le volví a hablar y aunque no tenemos largas conversaciones de sobremesa, me siento sumamente complacido de compartir aunque sea algunas palabras con él, eso me ha permitido estrechar más los lazos con toda mi familia, incluido mi papá. Fue necesario que dejara atrás ese absurdo de no hablarle y dar un paso adelante (doloroso para mi orgullo), pero no me arrepiento. En resumidas cuentas, el pasado ya murió, es un difunto. ¿Para qué cargar con él en tu actuar de hoy para construir el futuro? Sé que es más sencillo escribirlo que hacerlo, pero cuando de verdad decidís despojarte de esas cargas el camino es mucho más fácil de andar. Y es que el perdonar, olvidar y dejar pasar son decisiones y solo vos las podés tomar si de verdad te interesa tu propia vida. ¿Querés que tu estrella alumbre más, que tu futuro se convierta en realidad? Dejá a los muertos donde están (esos muertos pueden ser rencores, desidia, pereza, baja autoestima, enojos, malas amistades, decisiones incorrectas, fracasos, etc.). Ponele nombre a ese muerto y ya no lo tengás en tu presente, dejalo en el pasado y aligerá tu carga para el viaje hacia la plenitud. Hoy podés tomar la decisión ¿qué harás? Y como dice mi amigo Freddy: auuuuuu!!!!

martes, 17 de enero de 2012

Día 18: Date tiempo de ser niñ@ todos los dias...

Hoy estuve chateando un rato con mi amiga Yamilet y llamó mi atención sobre algo que a veces pasa desapercibido y que forma parte de una buena planificación de vida también. En la conversación me dijo: “entre su oficina, sus salidas y el blog lo van a matar y quiero tener amigo para buen rato”. Y me hizo pensar en algo que mencioné en días anteriores. Saber descansar y dedicarse tiempo a uno mismo para hacer “tonterías” debería ser parte de la vida también. Ya he mencionado que soy fanático de planificarlo todo, pero con esto que me mencionó mi amiga me doy cuenta de que no me he permitido dejar en cada día un espacio para simplemente no ser tan serio. Los momentos más felices los he vivido justamente en la espontaneidad. Recuerdo que el beso más memorable para mí fue uno que surgió bajo la luz de la luna en junio de 2003 (sin planificarse, sin pensarlo). La cena más exquisita que he tenido fueron unos panes con paté que comí en mayo de 1997, cuando por primera vez me fui de la casa de mis padres. Los recuerdos más felices de mi infancia son con mi madre siendo niña con nosotros. Ella, una mujer que tuvo que sacrificar su juventud para criar y mantener a sus 4 hijos y para aguantar a un hombre que la violentaba, se daba tiempo para ir a barranquear con nosotros, para mojarse bajo la lluvia con sus hijos y para rodar sobre la grama cuando íbamos a los cerros de Kaminal Juyú.  A muchos colaboradores que he tenido a lo largo de mi vida laboral siempre les he dicho que “quien sabe trabajar bien, sabe descansar bien”. Dentro de tus días, deberías tener un espacio para ser más relajado. Buscar qué es lo que más te llena, y no necesariamente tiene que ser algo productivo o que te dé frutos materiales. No digo con esto que debemos entregarnos a la improductividad, al contrario, considero que hay que hacer con buen ánimo lo que nos toca hacer en la rutina diaria, pero tener un espacio de uno 15 o 20 minutos en los que dejemos la formalidad y hagamos lo que nos gusta (sea chatear, ver un programa de comedias, oír música, hablar por teléfono, ver las fotos de tus viajes, tomar un café, acercarte a la ventana, cualquier cosa que te devuelva la espontaneidad por un instante). Gretchen Rubin dice que la gente que es más feliz, tiene mayor expectativa de vida. Buscar un instante cada día para vos mismo (a) te da chance de ser más feliz y de sentirte bien. Y eso te da posibilidades de vivir más en este mundo tan espléndido. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!!

lunes, 16 de enero de 2012

Día 17: La puntualidad, una forma de hacer la diferencia.

En la extraordinaria novela “Las Memorias de Adriano”, la francesa Marguerite Yourcenar escribió: “Decir que mis días están contados no tiene sentido; así fue siempre; así es para todos”.  Aunque en principio parezca un poco fatalista el párrafo, va más allá, y dentro de esas palabras invita a disfrutar de cada instante porque cada segundo que pasa se nos va agotando el tiempo que tenemos para estar en este maravilloso mundo. Hoy tuve un inicio de semana un tanto corrido, hubo momentos en los que me ganó el estrés, pero dentro de todo eso me acordé de estas palabras. Traigo a colación todo esto porque dentro del emprendimiento del viaje a la plenitud, es indispensable tomar en cuenta que el tiempo es el recurso más valioso que tenemos. Y dentro de la planificación debería tenerse la puntualidad como un propósito y un deber.    Este fin de semana aconteció la toma de posesión del nuevo gobierno central en Guatemala. Las actividades se iniciaron con 2 horas de retraso y parecía que a nadie le importaba esa situación. Sin embargo, muchos se preguntan en otras ocasiones por qué somos un país en vías de desarrollo. La respuesta es muy compleja, pero dentro de los elementos que hay que incluir está la impuntualidad, porque cuando se inicia una actividad con tanto tiempo de retraso no solo son 2 horas o 5 minutos, sino esa cantidad multiplicada por el número de personas que están presentes. Por esa razón es que cuando en un evento alguien dice que se iniciará después de la hora establecida “por consideración a los que vienen tarde”, rápidamente solicito que se inicie a la hora pactada “por respeto a los que estamos presentes”. Si por ejemplo cito a una capacitación a las 8 donde he convocado a 10 personas, y comienzo hasta las 8 y 20, en realidad he perdido 220 minutos, poco más de 3 horas en dinero, porque cada minuto de la gente también tiene su valor. Si estamos en el trabajo, ese tiempo tiene un costo. Por todo lo anterior es que la puntualidad debería ser un sello que nos caracterizara. En las sociedades latinoamericanas la impuntualidad es la regla, si comenzamos a hacer que las 10, sean las 10 y no las 10 y 5, seguramente comenzaremos a tener influencia y los demás notarán que tenemos algo diferente. Hagamos la prueba, hagamos que el tiempo cuente en este 2012. Respetemos nuestro horario y el de los demás cuando depende de nosotros. Estoy seguro que al final del año, si te anotás a la puntualidad no solo habrás cumplido tus metas del año, sino que además habrás ganado la admiración de los que te rodean y que no están acostumbrados a ver la puntualidad.  Llegar a la hora en punto al trabajo o a las citas. Estar en tiempo en las clases y hacer lo planificado en las fechas y horas establecidas. Cumplir con lo prometido en los días que se ha dicho te harán un excelente reputación. Por esa razón, el escritor Rudyard Kipling en el memorable poema Sí que dedicó a su hijo afirmó: “si puedes llenar los preciosos minutos con 60 segundos de esfuerzo denodado, tuya es la tierra y todo lo que hay en ella, y lo más importante: serás todo un hombre, hijo mío”. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!!!!

sábado, 14 de enero de 2012

Día 16: Para llegar debés saber a dónde querés ir.

Cuando comencé a aventurarme en este proyecto, fijé 11 pasos para la plenitud. Hoy me puse a repasarlos, ya que son de alguna forma los ejes centrales de este blog. El primero de ellos es el de “Conseguir una brújula. Marcar el norte a seguir  y planificar el viaje”, dentro de él he incluido los temas de los propósitos, la planificación, el presupuesto personal y el manejo de las finanzas personales. Sin embargo, ha quedado un tema fundamental en el tintero: ¿a dónde será el viaje? Y no me refiero a un viaje en el sentido estricto de la palabra, sino figurativamente a qué destino queremos llegar. No podemos circunscribirnos a que solo queremos ser felices, porque la felicidad en sí misma es un medio no un fin. El filósofo Aristóteles decía que la felicidad es aquello que acompaña a la realización del propósito propio de cada ser vivo. Si se toma como punto de partida esa afirmación, podemos decir entonces que la felicidad no podría ser nuestro destino, ya que debería ser el medio de transporte sobre el que navegamos en este océano maravilloso llamado vida. Entonces, ese viaje o destino final debería ser nuestra plenitud o nuestra realización en todo el sentido de la palabra. No olvidemos que además del cuerpo, tenemos un alma y un espíritu, y esa plenitud debería fundarse en los 3. Yo te propongo que continuemos en esta aventura del blog para crecer ocupándonos de asuntos mundanos pero también de los que no lo son, como la compasión, la risa, el amor, la fe, etc. Nunca imponiendo criterios sino compartiendo experiencias para que otros crezcan. Una vez que definamos a dónde queremos llegar, será más sencillo “planificar el viaje”, porque de antemano sabemos cuál será el destino final. Ahora bien, esa analogía del viaje puede aplicarse también a asuntos más cortos. Recuerdo que en una de las entradas de inicios de año yo mencionaba que en este año quiero bajar 25 libras de peso. El destino de “mi viaje” es la pérdida de esas libras. Por cierto me pesé recién hace 2 días y ya perdí 2 libras, si voy a este ritmo al finalizar el año habré logrado mi objetivo. En resumidas cuentas, te invito a que pensés muy bien a dónde querés llegar. Si tenés claro eso, las posibilidades de llegar son casi totales. Ayer conocí al novio de una amiga, y mientras charlábamos (con eso de mi mala maña de entrevistar a la gente) le pregunté qué esperaba de la vida en 5 años. Me sorprendí cuando me dijo: “no he pensado en eso”. Antes de que yo le hiciera esa pregunta me había contado de sus estudios en la universidad y de algunos proyectos en su trabajo. Sin embargo, cuando me respondió aquello me pregunté si él realmente tendrá éxito en lo que me mencionaba, si ni siquiera sabe a dónde quiere llegar. Si vos estás en esa situación, nunca es tarde para visualizar el destino. San Pablo escribió que él corrió “la buena carrera” (entiéndase la vida) con la mirada puesta en lo que le esperaba. Seguramente no habría logrado dejar la huella que dejó, si no hubiera tenido aquella capacidad de ver lo que otros no veían. Te invito a que visualicés bien tu destino, y una vez que lo hayas hecho, ya hay que “planificar el viaje, conseguir la brújula y marcar el norte a seguir”. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu…..

viernes, 13 de enero de 2012

Día 15: Cuándo usar el crédito y cuándo no.

Antes de ir cerrando el tema de finanzas personales, quisiera compartir una pregunta que me dirigió mi amigo Marito: me inquiría sobre cuándo es bueno hacer uso de un crédito y cuándo no, y también si en general es bueno usarlo o no. En primer lugar, la palabra “crédito” viene de “creer”, esto quiere decir que por extensión el acreedor da su confianza al deudor de que este último devolverá lo que se le dio en la forma y tiempo pactado. Dicho de otra manera, si utilizamos el crédito, nuestras referencias crediticias son el mejor indicador de si somos o no personas confiables. Por supuesto este tema da para mucho, pero no es el centro de la pregunta de Marito. Luego de ver ese asunto de la raíz de la palabra, hay que aclarar dos aspectos: 1. Por principio general, en las finanzas personales, no deberíamos usar el crédito (sea préstamo, tarjeta o compras a plazos) pues al final terminamos pagando más del doble del valor real. Mucha gente dice que sin el crédito no pueden adquirir tal o cual cosa, y es cierto, pero la pregunta fundamental antes de ver si nos gusta una cosa o no, debería ser ¿necesito realmente esto? Si por ejemplo adquirimos una lavadora al crédito que cuesta 3 mil quetzales y pagamos una tasa de interés del 3% al mes, comprada en 24 meses, estaremos pagando al final de ese tiempo 5 mil  160 quetzales, es decir un 72% más de su valor real. Eso sin tomar en cuenta intereses moratorios, en el entendido de que seremos juiciosos a la hora de pagar. Eso significaría que la cuota mensual es de Q.215.00 a 24 meses. ¿Qué pasaría si en lugar de adquirir esa lavadora, ahorráramos la misma cantidad por 13 meses nada más?: sencillo, adquirimos el mismo bien, nos convertimos en propietarios en menos tiempo y no pagamos intereses. Es cierto que a veces los gustos o las modas o la publicidad opacan en buen juicio, pero es donde la madurez financiera toma un cariz importantísimo. 2. Es probable que haya bienes que si necesitan que echemos mano de un crédito, como la compra de un inmueble. En este caso no es un gasto sino una inversión, porque las propiedades generalmente suben de precio y lo invertido con sus intereses con el transcurrir del tiempo se revalúan. 3. Es posible que podamos aprovechar los extrafinanciamientos sin interés y las tarjetas de crédito, siempre y cuando las usemos como mecanismo de pago, es decir, si gastamos 100, pagamos 100. Nunca el mínimo. En resumidas cuentas, los créditos pueden ser utilizados, si y solo sí nos aportan valor y salimos ganando al final de la transacción o si pagamos el total antes de que corran los intereses. Si usamos el crédito y pagamos intereses, estamos comenzando a hacer “click” en la carpeta del endeudamiento. ¡Vos tenés la decisión! Y como dice mi amigo Freddy: auuuuuuu….

jueves, 12 de enero de 2012

Día 14: Los ahorros (parte 2)

Hoy fue de esos dias en los que uno quisiera que las horas se alargaran un poco más, creo que hoy hice mucho pero no tuve los resultados esperados. En fin, a veces sucede así pero lo bueno es que siempre se puede evaluar y corregir. Lo mismo pasa con el tema de los ahorros. Muchas veces comenzamos un pequeño guardadito, y luego se presenta una situación inesperada y echamos mano de esa plata. Y así se frustran muchos intentos de ahorro. Recuerdo que mi hermana había estado ahorrando en su cuenta del banco desde hacía meses, y un día le robaron la tarjeta de debido con la que la administraba. En menos de una hora se habían desvanecido sus ahorros de largo tiempo. Por supuesto esas cosas suceden y por eso es importante aquel adagio que dice que no hay que poner todos los huevos en la misma canasta. Ayer hablábamos de que a cada ahorro hay que ponerle un nombre (viaje, retiro, emergencias, casa, carro, etc) y decíamos que es necesario que no se mezclen para evitar justamente que ante estos imprevistos se pierda todo. Veamos unos consejos prácticos para ahorrar: 1. En vez de comprar esas chucherías, guardá ese dinero en una alcancía y después de un mes contá lo que no gastaste y si te gusta comer bien invertilo en eso o mejor aún, no lo gastés y metelo a que gane intereses. 2. Si en tu trabajo existe una asociación o cooperativa ahorrá en ella, regularmente las tasas de rendimiento son mejores que en el mercado bancario y lo bueno es que no sentís que estás ahorrando porque se descuenta de una vez de tu nómina. 3. Utilizá el principio 80 + 10 + 10: si tenés un presupuesto bien elaborado y lo cumplís a cabalidad, podés aprender a vivir con el 80% de tus ingresos (los humanos somos adaptables), y un 10% dedicalo a la generosidad y el otro 10% ahorralo. Imaginá cuánto tendrías despúes de 5 o 10 años si lo hicieras. 4. Todos los “vueltos en sencillo” hacé como que no te los dieron y guardalos. Después de 6 meses contá y verás que tendrás un buen apartado. 5 si sos de los que van a una tienda de ropa (como yo) y rápido se emocionan y están viendo qué ganga encontrar, mejor ni se te ocurra pedir tarjeta de débito para manejar tu cuenta. Mientras más engorroso te hagás el sacar tu propio dinero, menos apetecible será gastarlo. 5. Fijá bien el tiempo y la cantidad que ahorrarás. Revisá tus posibilidades y cumplí. Aunque sea un poquito, con el correr del tiempo se convierte en mucho. 6. Cuando tengás un buen capital, invertilo. Si sos de los que les gusta ir por la segura nada mejor que a plazo fijo y si sos arriesgado invertí en acciones o en otros títulos valores. Finalmente, analicemos las opciones que tenemos: la alcancía, el banco de nuestra confianza, el fondo de pensiones, la asociación solidarista, etc. Preguntá a todos y elegí la que más te convenga. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu….

miércoles, 11 de enero de 2012

Día 13: Los Ahorros (1)

Hace unas semanas, por varias razones, estuve descapitalizado por 2 días. Sin embargo, esa situación ya la había intuido desde julio del año pasado, y por eso comencé a dejar todas las monedas que me daban en los cambios, en 2 recipientes: 1 para las monedas menores de 50 centavos, y una alcancía para las monedas de 50 centavos y las de 1 quetzal. Las del primer recipiente me han servido casi a diario para gastos varios sin importancia, pero lo de la alcancía no lo había tocado nunca. Sin embargo, en esos 2 días necesitaba hacer un gasto médico que no podía esperar, entonces recurrí a esos ahorros. Mi sorpresa fue que cuando comencé a contar, me alcanzó para los gastos que tenía y hasta me sobró. Entendí entonces por qué las abuelitas decían que el que ahorra siempre tiene. Siguiendo con el tema de las finanzas personales, es importante hablar del hecho de guardar dinero y bienes para el futuro. Es cierto que nadie sabe si mañana o dentro de varios años va a estar vivo, pero lo cierto del caso es que por ley de Murphy siempre se necesitan recursos en los momentos menos esperados. Yo trabajo en temas de Gestión del Talento, y por asuntos laborales me toca escuchar a muchos trabajadores que unos días antes de la quincena están ansiosos por saber cuándo se pagará la nómina. Incluso el mismo día de pago están desde muy temprano preguntando por su pago. Cuando les pregunto el por qué de la insistencia siempre mencionan que hay tal o cual gasto que necesitan cubrir. Si somos de estas personas, seguramente hay una falta de planificación de nuestros gastos, una mala administración del dinero y no tenemos ahorros. Ahora bien, el hecho de guardar dinero y bienes para el futuro tampoco es una acción sin sentido, es decir, que se trate de ahorrar y nada más. Siempre hay que saber para qué se va a ahorrar. Si no tenemos claro el objetivo de tal o cual ahorro, seguramente después de cierto tiempo dejaremos de hacerlo porque no hay un fruto material en el tiempo que recompense el sacrificio que representa ahorrar. Hay que ser claros. Cuando tenemos un deseo nos gustaría cubrirlo en lugar de tomar ese dinero y guardarlo ya sea en la cuenta de ahorros, en el cochinito o tecolote, o debajo del colchón. Ahorrar es una decisión que exige sacrificios. Pero las recompensas siempre las exceden. Por eso es importante tener siempre claro para qué ahorramos. Si por ejemplo queremos tener guardado para cualquier emergencia. Deberíamos destinar en nuestro presupuesto una cantidad para ir guardando para ese fondo y no tocarlo ni por asomo. Cuando se presentan las emergencias representan un gran alivio. Ahora bien, debemos tener claro qué es una emergencia para nosotros. Porque cualquier persona muy chispuda podría decir que comprar tal prenda de vestir es una emergencia porque no tiene para ir a la fiesta, y eso no es precisamente una emergencia aunque sea el anfitrión. Si por ejemplo queremos ahorrar para esas emergencias y para irnos de viaje, debemos destinar una cantidad para cada rubro y tenerlos en cuentas o contenedores distintos y solo usarlos en el tiempo establecido y para lo que se ahorró. En mi caso, tengo contemplado realizar el viaje de mis sueños por el centro de Asia partiendo de Corea y llegando a Rusia en 2015, para eso comencé a ahorrar cierta cantidad a partir del año pasado. Antes de comenzar a ahorrar para eso, hice una proyección de cuánto dinero necesitaría para irme de mochilero a esa aventura por un par de meses y sobre esa cantidad hice un prorrateo mensual de cuánto necesito ahorra por mes. Ya llevo poco más de 8 meses haciendo ese ahorro y aunque he tenido algunos días difíciles no he tocado un solo centavo de eso porque tengo claro que hasta 2015 lo podré usar para irme a ese viaje. Puede que vos tengás un sueño por realizar y no lo has hecho por que siempre decís que el dinero no te alcanza. Quizá sea cierto. Por eso es importante hacer un presupuesto en donde contemplés el tiempo en que acabarás de pagar tus deudas para que el ahorro vaya en aumento. Mañana seguiremos hablando sobre cómo ahorrar sin sentir tanto problema en la economía personal y algunos tips de cómo elegir dónde ahorrar. Mientras tanto, como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!!!

lunes, 9 de enero de 2012

Día 12: Administrar el tiempo y acumular felicidad.

“El destino no hace visitas a domicilio… hay que salir a buscarlo”, escribió Carlos Ruiz Zafón en su reciente novela “El Prisionero del Cielo”.  Desde hace varios meses, luego de la dolorosa ruptura de una relación sentimental, recordé que en la narración de su autodescubrimiento, el Reverendo Troy Perry contaba que salía por las noches a buscar amigos porque se sentía solo. Yo tuve la suerte de encontrarme con Daniel una noche de agosto. Ya nos conocíamos de tiempo atrás, incluso había asistido al funeral de su papá, pero no habíamos tenido una amistad estrecha. Recuerdo que esa noche salí a caminar solo, y entré a tomar café a un restaurante. Mi sorpresa fue que Daniel y otros amigos estaban ahí. Nos saludamos y me invitaron a quedarme con ellos. Ahí comenzamos a estrechar nuestra amistad y al día de hoy, que ha pasado medio año le agradezco a él y a Jaime el regalarme de su tiempo para acrecentar nuestra amistad.  Cuento todo esto, porque aunque estamos en medio del primer paso: “planificación”, y del análisis de los presupuestos personales y de las finanzas en general. Quiero contarte lo que me pasó este fin de semana:  tuve la dicha de compartir con una persona que me regaló dos tardes maravillosas. Nos conocimos por Facebook hace varios meses, y recién en noviembre hablamos personalmente. En nuestras charlas previas yo intuía que había algo mágico en su ser, y lo comprobé porque a pesar de haber pasado más de 7 horas del sábado y  5 del domingo, creo que el tiempo se hizo corto. La buena administración de los recursos (aunque suene frío y calculado) también incluye el tiempo. Ese recurso valioso no es renovable y por eso cuando invertimos parte de él en otra persona, lo mejor que debemos hacer es disfrutarlo porque cada instante que pasa jamás volverá. Esas 12 horas que compartimos con esta persona fueron espléndidas, no di cabida a nada más que el goce de su compañía y a las risas que me arrancó. Eso me encanta: me hace reír. Puedo decir entonces que me regaló 2 cosas valiosas: tiempo y risa. Sin duda alguna, entrañables recuerdos.  Es importante el dinero y su administración, pero también es importante administrar el tiempo para compartir con quienes nos dan felicidad. Si vos tenés pareja, o tu familia, o tus amigos, por favor, disfrutalos. No perdás el tiempo en peleas absurdas. Cada minuto que llenas de distanciamiento, se van 60 segundos de felicidad. Quise hacer este alto, porque aunque no sé si nos volveremos a ver con esta persona, sí estoy seguro de que soy afortunado porque al menos los días 7 y 8 de enero de 2011, crecí mucho como humano, y eso no tiene precio. En otra oportunidad hablaremos más sobre el tiempo con los nuestros y sobre el descanso. Mientras tanto, comencemos a pensar en nuestros recursos materiales también porque mañana hablaremos un poco del ahorro y de las metas para ahorrar. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuuu!!!

sábado, 7 de enero de 2012

Día 11: Gastos Funerarios, los que nadie quisiera hacer!!!

Hoy pasé una bonita tarde con una persona que me parece interesante y a la vez me causa un poco de temor, pero en fin. Lo importante es que como conversábamos “la vida es muy corta”. Esto me recuerda que lo estrecho de la existencia humana no debería ser un pretexto para no planificar nuestro futuro financiero. Generalmente se enseña a los hijos a gastar y endeudarse en lugar de ahorrar y planificar lo que viene. Es cierto que no tenemos la seguridad de estar mañana, pero justamente la planificación permite prever esos sucesos y no dejar obligaciones patrimoniales a los que se quedan. Recuerdo que cuando adquirí el lote para los nichos en un cementerio privado, la vendedora me dijo que los jóvenes regularmente no invierten en eso, yo le dije que el lugar de hecho no era para mí sino para mis padres, porque me guste o no, es algo que sucederá, me causa mucha tristeza pero así es la vida y no quisiera que en el momento de angustia en que acontezca los señores del cementerio y de los funerales se aprovecharan de mí. Por esa razón fue que compré ese lugar. Yo no quiero que mueran aún ni mi padre ni mi madre, espero que me duren mucho tiempo más, pero al menos ya estoy tranquilo de que tendrán un lugar digno donde depositar sus restos y no tendré qué gastar el doble o el triple por hacerlo a última hora. De hecho hoy día estoy pagando el servicio de cremación para mí. Yo quiero vivir muchísimos años también, pero no quiero dejar en apuros a mis familiares para cuando yo falte, así ya dejé especificaciones de qué tipo de urna quiero donde se depositen mis cenizas, del sitio donde quiero estar y de la cita que quiero que se lea en mi funeral: 1 de corintios 13 y el Salmo 139. Menciono todo esto, porque muchas veces no contemplamos en nuestros presupuestos esos gastos que aunque no nos gusten van a tener que hacerse alguna vez. Lo importante es comenzar a tenerlos en cuenta para que más tarde no se aprovechen de nosotros, y así también nos libremos de un dolor de cabeza en esos momentos tan difíciles. Algo que es importante es que veamos alternativas. Estar en ese momento no es bonito, pero planificarlo, aunque no nos guste  es lo más sabio que podemos hacer. Cambiando de tema, sé que desde el miércoles he mencionado que pondré un enlace para el machote de presupuesto, y ahora que lo tengo no he encontrado cómo colgarlo en el blog, por favor les pido paciencia, pero ya solucionaré este asunto. Espero que nos encontremos por acá la siguiente semana. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!!!

jueves, 5 de enero de 2012

Día 10: Cuándo darse un gusto o gastar en un lujo.

Hoy cuando venía para la casa me sentía un poco desanimado porque tuve mil cosas que hacer en la oficina, y de ellas logré terminar muy pocas. Además no tenía ganas de cocinar la cena. Sin embargo, cuando llegué noté que había unas rodajas jugosas de carne en el refrigerador y sin pensarlo mucho me puse a cocinarlas y quedaron exquisitas. Esto me hizo pensar un poco en lo que Marito me dijo que comentara: ¿Cuándo es conveniente o no darse un gusto? Yo creo que el problema, si se puede llamar así, no es comprarse algo o comer algo, sino el hecho de que se desbalancee nuestro presupuesto o la adquisición de otras cosas que son indispensables. En otras entradas he dicho que debemos adecuarnos a nuestro entorno, es decir, si ganás un sueldo mínimo no podés pretender darte los lujos de quien gana 10 veces más que vos. Dentro de tu presupuesto debería existir un rubro de gastos  para tus gustos, y de esa forma de vez en cuando te podés consentir. El asunto es que lo contemplés y que no echés por la borda tus planes de saneamiento financiero. Yo particularmente tengo cierta debilidad por la ropa de marca y más de algún familiar y amigo me ha dicho que gasto mucho en eso. No creo que sea así, porque de alguna forma, cuando gasto en eso, lo hago con la planificación correspondiente, además no lo hago cada vez que veo un pantalón DKNY o una playera de Zara, solo lo hago cuando ya lo he planeado y he destinado cierta cantidad para ese lujo. Ahora bien, darme ese gusto significa que he sacrificado otras cosas a las que estoy dispuesto. En resumidas cuentas, aunque siempre hay que priorizar en las “necesidades básicas”, no está mal presupuestar en más de algún “lujo o deseo” siempre que esté dentro del presupuesto, no represente un endeudamiento al crédito que se nos haga impagable y que de alguna manera satisfaga una parte de nosotros. Recuerdo que un conocido compró un televisor de 50 pulgadas, recientemente, lo que me llamó mucho la atención fue que él casi no mira televisión, y cuando le pregunté por qué había invertido en el aparato me dijo que cada vez que llegaran a su casa quería tener algo para lucir. Ese asunto me pareció un gasto innecesario. Al final de cuentas él quería aparentar, ni siquiera tenía un gusto por lo que compró. Otra situación me ocurrió hoy mismo. Un compañero me contó que estaba buscando en internet un reloj Kenneth Cole porque estaban en oferta. Le dije que si tenía un celular, todo el tiempo pasaba frente al computador y además tenía un reloj de pared, no entendía por qué iba a gastar en eso y no en una corbata o una camisa, por ejemplo. Entonces, y de una manera muy educada, me dio a entender que el hecho de que a mí me gustara la ropa no significaba que a él debía gustarle, y que además ya había destinado ese dinero desde hacía rato e iba a adquirir algo que le gustaba por la mitad del precio que comúnmente tiene. Con esto, él me enseñó que efectivamente no es malo darse un gusto, repito, siempre y cuando estemos en la posibilidad, no nos endeudemos, esté presupuestado y nos satisfaga. Si uno de esos elementos falta, entonces lo mejor es detenerse, quizá no sea una buena idea adquirir eso. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuuuu!!!!

miércoles, 4 de enero de 2012

Día 9: Más de las Tarjetas de Crédito...

Mi amigo Daniel decidió comenzar el año de buena forma. Varias deudas antiquísimas en tarjetas de crédito las consolidó en una sola deuda, a una tasa de interés cinco veces más baja de lo que estaba pagando. Eso me parece un paso excelente, no obstante mi recomendación fue que cancelara de una vez las tarjetas que va a liberar para evitar caer nuevamente en un círculo vicioso de endeudamiento.  Todo esto va de la mano con lo que ayer exponíamos, respecto a que el manejo de una tarjeta de crédito requiere de mucha madurez, y eso se ve reflejado también en el manejo de los “extrafinanciamientos” y en las “ofertas”.  Recuerdo que un amigo muy querido esperaba con ansias todos los diciembres porque siempre las 2 tarjetas de crédito que manejaba le enviaban certificados de extrafinanciamiento canjeables por aparatos y enseres que en verdad dudo que él necesitara, pero que siempre compraba “para aprovechar la ganga”. El problema es que muchos estamos muy acostumbrados a “aparentar” y no a “ser” quienes realmente somos, y cuando entramos en esa situación nuestra bolsa no da para mantener mucho la máscara. Todavía me tiene impactado el comentario de un compañero de trabajo que no tiene actividades muy especializadas y que por lo tanto sus ingresos son un tanto bajos. Un día de julio dijo que estaba muy preocupado porque uno de sus hijos le había pedido para navidad un juego de Wii y no sabía de dónde iba a sacar el dinero para comprarlo y, luego agregó, “tendrá que ser un tarjetazo o un préstamo”. Entonces le dije que no debería darle esos lujos a su pequeño y me contestó “es que yo no quiero que sufra lo que yo sufrí, ni que desee lo que lo deseé de pequeño”. No quise entrar en discusión pero si los menores aprenden por ejemplo y no por las palabras, estoy seguro que el mensaje que se le dio con el actuar de su papá no fue “quiero que disfrutes lo que yo no disfruté”, sino más bien “si vos lo pedís, lo tenés” y “no importa lo que cueste te lo merecés con solo desearlo”.  Esos mensajes son peligrosos. Los menores deben aprender a tener y a no tener, porque la vida siempre es así. EL hecho de darles todo lo que piden a los hijos (aunque se tengan las posibilidades materiales) atrofia la capacidad de adaptación y de afrontar los problemas de la vida maduramente. Adicionalmente, esas situaciones llevan a los papás a endeudarse y a dar malos ejemplos a sus hijos sobre cómo administrarse. Hace pocos días le pregunté  a él si había comprado el Wii y me dijo que sí, que había usado el extrafinanciamiento de su única tarjeta de crédito. Eso me lleva a retomar un tema que abordé someramente hace algunos días: las necesidades, los deseos y los lujos. Marito, otro amigo, me pidió que hablara sobre cuándo es conveniente darse una consentidita y le prometí que lo haría, pero no será hoy sino hasta mañana. Por lo pronto, pido disculpas por no colocar el formato de presupuesto que había prometido para hoy pero el viernes próximo, sin falta lo tendrás a tu disposición. Por lo pronto, solo quisiera que reflexionáramos en esto: vos trabajás para pagar al banco o a tu emisor de tarjeta de crédito, o es el banco el que trabaja para vos y para darte un servicio. La diferencia la hacés vos. La próxima vez que querrás comprar algo que no necesitás preguntate ¿quiero que el banco me sirva o yo servir al banco? Y más fríamente ¿puedo pagar esto o solo quiero aparentar? Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu…

martes, 3 de enero de 2012

Día 8: Las Benditas Tarjetas de Crédito...

Una tarjeta de crédito puede ser una bendición o una maldición. El problema no es la tarjeta en sí misma sino las decisiones que tomamos cuando la tenemos en nuestro poder. Estoy seguro que si vos tenés una deudota no es porque (como diría Sofía Macías) los del banco te pusieron un arma en la sien para que gastaras, sino porque vos por tu propia voluntad y (con o sin conocimiento de causa) te endeudaste hipotecando hasta la cuarta generación de tu descendencia. No obstante, de nada sirve poner el dedo en la llaga sino más bien encontrar fórmulas que permitan una buena forma de usar esos plásticos. El pastor Alex López generalmente habla de que la tarjeta de crédito puede ser un medio de pago o un medio de endeudamiento. La diferencia entre ambos es que si usás tu tarjeta en lugar del efectivo y al final del mes pagás todo lo que gastaste, el Banco no te cobra intereses ni gastos extraños y en ocasiones, hasta salís ganando porque si estás en programa de puntos o de millas, o tenés “cash back”, lográs esos beneficios sin gastar un centavo en intereses. Ahora bien, la mayoría de tarjetas de crédito te dan alrededor de 50 días de financiamiento. ¿Qué quiere decir esto? Que desde el momento en que gastás tenés poco más de un mes para pagar sin que te corran intereses. Si tenés la costumbre entonces de gastarte 100 dólares y al final del mes pagar 100 dólares, seguramente tendrás un buen record crediticio, aprovecharás los programas de fidelización (puntos, millas u otros) y dormirás con tranquilidad porque no habrá llamadas molestas de cobro. Sin embargo, si gastas 100 dólares y pagás al final del mes solo el pago mínimo o una parte, te correrá interés sobre todo el saldo, pagarás mora si te atrasás y seguro tendrás llamadas telefónicas molestas, en las que muchas veces, sin la cordialidad esperada, te invitan a que saldés tu deuda apercibido de penas que ni en el purgatorio se sufren. Usar una tarjeta de crédito es una prueba de madurez: si te endeudás pensando que es una carta en blanco, estás en una tremenda equivocación porque tarde o temprano (como ocurre con todo) tendrás que pagar lo que debes y asumir tu responsabilidad. Muchos tratan de evadir esa responsabilidad no pagando, y en muchos países después de cierta cantidad de años la deuda prescribe, sin embargo tu nombre, tu reputación y tu record crediticio se vienen al suelo y difícilmente te darán un crédito más adelante. Eso es un tremendo inconveniente porque, aunque las leyes lo prohíban y los patronos no lo acepten, el hecho de que alguien tenga deudas no saldadas es un elemento para no contratar personas. Además, si más adelante querés tener un crédito para hacerte de una casa, cubrir una emergencia médica, etc. No lo podrás hacer por la mancha que traés con vos. Ahora la pregunta del millón ¿qué pasa si ya metí la pata y estoy super endeudado y hasta me tienen embargo? Lo mejor es dar la cara y negociar con tu banco o emisor de tarjeta de crédito, a ellos les interesa recuperar la plata invertida. Muchos asesores de cobros te dirán que no es posible hacer un convenio de pago según tus posibilidades y te amenazarán con miles de suplicios reservados para los peores seres humanos, sin embargo, si lográs negociar con alguien que no ande tras una comisión por cobro sino con poder de decisión seguramente lograrás un entendimiento amigable y podrás saldar tu deuda. Lo importante es cumplir. En resumen, la culpable no es la tarjeta de crédito sino la mala administración. Una tarjeta de crédito es una llave para abrir una puerta a administración de dinero con ganancias (si se tienen programas asociados de puntos o premios) o bien te abre una puerta a la que Robert Kiyosaky le llama “la carrera de la rata” donde solo corrés sin moverte, y ves como se diluye tu salario en pagar sin salir jamás de la deuda. Vos decidís. Y quiero recalcarte: si ya te endeudaste comenzá por planificar cómo saldar la deuda (plazos, montos, etc.) y comprometete a salir de ellas. Tu futuro y tu libertad financiera dependen del cumplimiento de esa decisión. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuuu!!!!

lunes, 2 de enero de 2012

Día 7: Más de Finanzas Personales...

Después de las celebraciones de fin de año, bien vale la pena ponerse juicioso y empezar con buen pie el 2012. El viernes pasado habíamos visto que tenemos que listar los gastos y los ingresos, incluido todo aquello que tradicionalmente no se toma en cuenta. Luego de eso añadir los valores en dinero y hacer el balance. Cuando se hace esa comparación salen los números de nuestro saldo y dijimos que puede que la mayoría de las veces sean rojos. Adicionalmente, recordamos que la generosidad y el ahorro, son claves para el futuro. Una vez hecho todo lo anterior viene la etapa más difícil: determinar dónde aplicar la tijera y recortar gastos. Es posible que ya no haya que comprar tantas chucherías en la calle, o que en lugar de comer fuera haya que invertir tiempo en cocinar en casa, o tal vez hay que bajarle la revolución a las salidas de fin de semana. Es muy importante que sepamos en qué estamos gastando mucho para tomar esas decisiones. Por esa razón es que primero se hace la lista a conciencia, porque solo teniendo el panorama completo se puede visualizar de mejor manera la situación en la que nos encontramos. Hay que hacer notar que un rubro muy elevado en la mayoría de los cuadros personales de ingresos y gastos es el de las deudas, sobre todo de tarjetas de crédito, préstamos en efectivo o compras en tiendas de muebles y electrodomésticos. Es necesario que conozcamos cómo funcionan estos productos y que nos fijemos como gasto cíclico (mensual, quincenal, semanal, etc) el pago de ellos. La idea es que en un plazo que cada quien debe determinar, de acuerdo a sus circunstancias, se salde la deuda y no se gaste en ella durante ese tiempo. El doctor Andrés Panasiuk, en una aparición televisiva, decía que muchas veces es una buena práctica colocar el dinero mensual en sobres y usarlo en la medida de nuestros gastos, de tal manera que si se acaba lo que tenemos ensobretado, no podemos seguir gastando. Ese es un consejo práctico y fácil sobre todo para quienes la tarjeta de débito les hace cosquillas. Recuerdo a una amiga que ganaba muy bien, pero que estaba viviendo al centavo, porque cada vez que recibía su salario tomaba su tarjeta de débito y se iba a un salón carísimo a pagar por un corte y manicure, que en otro lado le hubiera costado la cuarta parte, y luego se iba a un centro comercial a comprar ropa que muchas veces no usaba. A mitad de mes siempre estaba prestando o viéndoselas en aprietos. No ahorraba. Con el correr del tiempo tuvo una emergencia médica y como no pagaba seguro ni tenía ahorros, recurrió a un préstamo agiotista. De eso, hace 5 años y aún hoy sigue pagando ese préstamo. Gana muy bien, pero todavía no ha aprendido la lección y el dinero no le alcanza. Esto quiere decir que no es lo que se gana lo que determina si somos solventes económicamente o no, sino la forma en que nos administramos. A veces una persona con sueldo mínimo puede tener mayor poder adquisitivo que alguien que gana 5 mil dólares mensuales, porque esa solvencia económica se mide no en función de lo que se percibe, sino de cómo se gasta.  Mañana les compartiré un poco a cerca del manejo de las tarjetas de crédito y el miércoles les dejaré un formato para realizar su presupuesto. Parafraseando a Jorge Luis Borges, estamos postergando lo impostergable, cada vez que dejamos pasar un día sin planificar nuestros gastos. Tomar la decisión de hacerlo conlleva cambio de hábitos y a veces es complicado. Pero los resultados en el tiempo y la bolsa son fabulosos. “Quien ahorra, siempre tiene”, dice un refrán popular, yo le agregaría “… y quien presupuesta, no deja de dormir por los problemas de dinero”. Por lo pronto, a entrar con todo en este nuevo año, y como dice mi amigo Freddy: auuuuuu!!!