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domingo, 22 de enero de 2012

Día 20: Vos elegís ser feliz o complicarte la vida...

El jueves comencé a escribir unas líneas para esta entrada, estuve tentado a contarte sobre un asunto que me enojó durante un momento. Sin embargo, recordé que el objetivo de este blog es buscar la felicidad y la plenitud por lo que desistí y me dije que mejor buscaría el momento adecuado para describir aquello que me dijeron. Con esto no quiero decir que en la vida no vayamos a tener momentos feos o dolorosos, pero lo que hace el cambio no es la situación sino la actitud con la que se afrontan. Recuerdo que en su libro de Objetivo Felicidad, Gretchen Rubin cuenta que dedicó un mes entero a leer biografías de personas que aún en las dificultades han logrado superarse y salir adelante. Son historias realmente inspiradoras y que de alguna manera llaman nuestra atención sobre no considerar que lo que nos acontece es lo peor que puede pasar o que nadie sufre más que nosotros. Por supuesto que cuando estamos en una situación difícil el dolor o el enojo son reales, y en nuestra dimensión y nuestra vida realmente tienen una importancia que no puede minimizarse. Sin embargo, es ahí donde la actitud es la que cuenta. El doctor Andrés Panasiuk, en una conferencia, contó a cerca de un grupo de misioneros jóvenes que llegaron a realizar su trabajo en la selva ecuatoriana y cómo fueron ejecutados. Y luego, cómo los hermanos de uno de esos misioneros fueron llegando y además lograron el cometido de evangelizar a las tribus de aquellas latitudes. Lo más admirable fue que conocieron a quienes participaron en la matanza de su hermano, pero perdonaron y asumieron con convicción la labor religiosa que hacían e hicieron aquello por lo que su hermano mayor había perdido la vida. En circunstancias distintas, seguramente los hermanos hubieran acudido a vengarse, pero en este caso ellos eligieron otro camino, el que nadie espera, y no solo honraron la memoria de su difunto hermano sino que dieron un ejemplo de vida difícil de comparar. Ahora que volteo a ver ese episodio que me pasó el jueves me doy cuenta de que tenía dos alternativas: darle paso al enojo o simplemente dejarlo pasar para que mi vida siguiera un buen curso. Elegí esto último y me fue mejor de lo que pensé. Quizá, dentro de esos “bultos” que debemos dejar para avanzar hacia nuestro objetivo de plenitud. Finalmente, de nosotros depende qué camino tomar y cuánta carga llevar. ¿Te animás a “dejar pasar” los malos momentos, el enojo y el rencor para crecer? Y como dice mi amigo Freddy: Auuuuu!!!!

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