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viernes, 30 de marzo de 2012

Día 45: Las actitudes de jóvenes y niños de hoy, son responsabilidad de nosotros lo adultos.

En este momento estoy leyendo “Outliers” de Malcolm Gladwell (es el tercer libro que leo de él), traducido como “Fueras de Serie”, presenta una teoría interesante en la que ofrece una explicación diferente de las historias románticas de las personas que han tenido éxito y que son referentes para los escritores motivacionales. En esa obra, Gladwell afirma que sí es importante el talento y el trabajo tesonero, pero también el entorno (algo que es muy concordante con “The Tipping Point”). Esta lectura me ha abierto los ojos sobre por qué mucha gente intenta dejar un legado excelente a sus hijos, sobrinos o nuevas generaciones y no logra su objetivo. En la calle he escuchado a muchas personas que afirman que la juventud de hoy en día es menos respetuosa que antes. Yo mismo me he quejado que los adolescentes actuales no tienen la chispa que teníamos antes. No es que ya esté muy viejo, es que de alguna forma es cierto. Pero lo complicado es que todo eso es el resultado del entorno en que han crecido. Mismo que creamos nosotros, los más adultos. En general, los adultos somos los responsables. Pero no solo eso, también todos los factores culturales son determinantes. Por ejemplo me llamó la atención el estudio que en las diferentes sociedades se tiene con la autoridad, el cual fue realizado por Geert Hofstede en las décadas de los 60´s y 70´s, y el que es citado por Gladwell. En ese trabajo, Guatemala aparece como el tercer país del mundo (solo después de Grecia y Portugal) en el que sus habitantes creen que bastan las leyes para resolver los problemas, es decir, no hay una cultura de emprendimiento o de igualdad entre las personas por existir barreras sociales muy pronunciadas.  Traigo a colación todo esto, que a esta altura quizá haya bostezar a alguno de ustedes, porque de alguna manera es necesario siempre estudiar los problemas y las situaciones cotidianas desde sus orígenes. Por supuesto con esto no quiero decir que por cada respiración que tengamos hay que hacer unos estudios escatológicos y filosóficos profundos, no, no digo eso. No obstante, en el caso particular de la juventud de hoy en día y de los niños es de repensar el tiempo que los padres, tíos y demás familiares les otorgan. Muchos adultos prefieren que sus hijos estén sentados largas horas frente al televisor en lugar de jugar con ellos. Es cierto que la vida actual exige que casi todos los adultos trabajen o busquen el sustento, pero no significa que deba abandonarse a los infantes y adolescentes al televisor o la calle. Es increíble que en la actualidad muchos adolescentes a sus 15 o 16 años ya hayan tenido experiencias sexuales con personas de su misma edad o con mayores. No solo es por la falta de valores (esos valores se han perdido por que los adultos no hemos dedicado suficiente tiempo a los menores), es también justamente por el abandono en que han sido dejados y que los hace presa fácil. Durante la cena de acción de gracias del año pasado nos enfrascamos en una charla que en algunos momentos llegó a ser tensa, con algunos amigos donde estábamos los que creíamos que los menores deben ser corregidos por sus mayores y que no es válido que tengan tan fácil el acceso a lo sexual, pues cada etapa de la vida tiene su tiempo. Y la inocencia de la niñez y de la adolescencia no debería perderse ni muy temprano ni muy tarde. Los otros eran una posición contraria, creían que los niños y adolescentes tenían todo el derecho de tomar sus propias decisiones. Yo no estoy de acuerdo con eso. Finalmente, he querido escribir sobre esto al día de hoy porque los jóvenes y los niños son la semilla del futuro. Los delincuentes o los ciudadanos respetables de mañana serán responsabilidad de cómo actuamos los adultos en la actualidad. Te invito a hacer la diferencia con los niños y adolescentes de tu círculo familiar. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!!!

sábado, 24 de marzo de 2012

Día 44: Lo mejor no está afuera... siempre está en vos....

Como parte de la evaluación de mi curso de inglés tuve que leer “El Mago de Oz” en su lengua original. En general no es un libro extraordinariamente complicado. Es más, quizá sea parte de lo que llaman “literatura infantil”. Sin embargo, los personajes y la enseñanza que hay en la historia me parecieron sumamente vigentes y aplicables tanto a niños como a los adultos.  La historia se inicia en las planicies de Kansas donde la pequeña Dorothy vive con sus tíos Henry y Em. Luego, por obra de un tornado es transportada junto con su mascota Toto a la mágica tierra de Oz. A partir de ahí su objetivo es encontrar la forma de volver a Kansas con sus tíos. En el desarrollo de la historia, conoce a la Bruja Buena del Norte quien le dice que la casa de Dorothy, al caer en Oz aplasta a la Bruja mala del Este y le dice además que tome los zapatos brillantes de ella para ir por el camino de ladrillos amarillos en busca de la ciudad Esmeralda donde podrá encontrar al Grandioso Mago de Oz quien quizá la ayude a volver a casa. La niña conoce en el camino al Espantapájaros, al hombre de acero y al León Cobarde, cada uno de ellos se le unen en la travesía a la ciudad porque tienen la esperanza de que el Mago les podrá dar algo que ellos consideran que necesitan para tener una existencia feliz. El Espantapájaros cree que necesita un cerebro para tener ideas, sin embargo, durante toda la historia es quien genera más formas de resolver los inconvenientes que se les presentan. El hombre de acero va en busca de un corazón, porque según él quiere volver a tener sentimientos, no obstante, en todo momento muestra tristeza, amor, compasión y alegría. El León Cobarde cree que necesita que le regalen coraje y valentía, pero cuando son atacados por los seres que la Bruja Mala del Oeste les manda, es quien defiende al grupo. Al final, resulta que el Gran Mago de Oz es solo un charlatán y les hace creer a los 3 amigos de Dorothy que les da algo para que crean que ya tienen lo que buscaban, pero al final todo lo que ellos creían que les hacía falta estaba dentro de cada uno. La última en encontrar lo que buscaba es la niña quien con los zapatos brillantes mágicos logra volver a casa. Ese es en resumen la historia. Si nos damos cuenta, en la vida muchas veces pasamos creyendo que nos hacen falta muchas habilidades o que no encajamos en alguna parte, pero la magia necesaria no está en otras personas o cosas, está dentro de cada uno de nosotros. Si vos creés que “no te da la cabeza” como pensaba de sí mismo el Espantapájaros, debés saber que las ideas están en vos, y que solo es que ejercités ese don (leyendo, estudiando, haciendo lo que más te gusta y construye), no haraganeando o dejando pasar el tiempo, porque las lamentaciones no sirven de nada. Si te considerás una persona fría, sin sentimientos o que nunca ha encontrado el amor (como el hombre de acero) debés revisar tu corazón , ahí, siempre hay sentimientos porque es parte de tu naturaleza, y solo vos podés hacer que se despierten del largo letargo en que hayan caído. Si lo que necesitás es valentía para afrontar la vida, o un nuevo trabajo, o para tomar decisiones importantes en tu vida (como el León Cobarde) no es necesario que alguien haga algo por vos, es solo necesario que vos tomés la decisión y actués. Como dije al inicio de esta entrada, ese libro además de ayudarme a conocer más palabras en inglés me recordó una verdad importante: las cosas más necesarias o que creo que necesito no están afuera, siempre están dentro de mí. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!

jueves, 22 de marzo de 2012

Día 43: Cumplí 38 años... y voy con todo!!!

Todos los domingos voy a la Iglesia. Desde el año 2004 no he faltado, a no ser que estuviera fuera del país, en cuyo caso buscaba alguna congregación en la ciudad donde estuviera para no dejar de asistir en día domingo al servicio. Incluso cuando estuve enyesado de la pierna en 2010, mi hermano me llevaba y me traía de vuelta. El pasado mes de febrero, la congregación a la que asisto: La Fráter, cumplió 33 años, y el lema de los mensajes de los últimos domingos ha sido “33 años y vamos con todo…” Hoy que estoy celebrando mi cumpleaños número 38, me puse a pensar que de alguna manera, yo también “voy con todo”. Recuerdo que cuando tenía 18 o 19 años, yo le decía a mi familia y mis amigos que no me gustaría llegar más allá de los 33 años porque no me gustaría envejecer y verme enfermo por la edad. Cuando cumplí los 33, estaba súper nervioso y supliqué a Dios que no hubiera escuchado mis absurdas ganas de llegar a esa edad. Ya pasaron 5 años y sigo acá. He tenido la fortuna de tener una madre, una tía y una abuela espectaculares. Mis 3 hermanos le dan razón de ser a mi vida (y hasta considero que mi hermano es mi mejor amigo), mis 2 sobrinos me dan esperanza en el futuro, y hasta he tenido la dicha de tener a Verdell Alexander Constantino (mi precioso perrito schnauzer) y su hijito Kevin. Este 25 de marzo cumplo 2 años de haberme graduado de la universidad, y estoy estudiando el último año de la maestría. Quiero seguir inmediatamente el doctorado y luego un posdoctorado. Quiero seguir aprendiendo. En lo que va del año he leído 7 libros completos, y estoy ya con el 8vo. Hay tanto qué leer y aprender! En 2016 quiero irme de viaje por todo el centro de Asia, comenzando en China y concluyendo en Moscú. Quiero llegar a ser magistrado de la Corte de Constitucionalidad, y escribir varios libros que sean referentes nacionales e internacionales en temas de derecho del trabajo y sobre la plenitud de la vida. Cuando sea muy viejo, quiero dedicar mis días a leer todos los libros que me sean posibles y seguir yendo rigurosamente cada domingo a la iglesia. Quiero que mi familia sea feliz, y que mis amigos se sientan tan honrados como me siento yo con ellos. Quiero llevar a mi madre y a mi tía a un viaje, solos los 3, y disfrutar de su compañía. Hay tanto que me queda por hacer! Todavía voy con todo! Quiero que mi sobrina estudie la universidad en el Extranjero y que tenga muchas más oportunidades de las que yo tuve y tendré. Quiero que ella sea muy feliz. Quiero conservar a mis amigos y fortalecer nuestros lazos. Quiero llegar a dominar completamente el inglés y leer a Shakespeare en su propia lengua. Me hace falta ir al Soho de Nueva York y entrar a una tienda DKNY a comprar. Doy gracias a Dios por esta existencia, donde no han faltado los momentos difíciles y amargos. Pero la bondad del Creador ha sobrepasado todo eso. Acabo de cumplir 38 años y voy con todo!!! Y como dice mi amigo Freddy: auuuu!!!!

lunes, 19 de marzo de 2012

Día 42: Vivir según tus propias reglas (no siempre).

En “Las Memorias de Adriano”, la escritora Marguerite Yourcenar escribió que cada quien decide, vive y muere conforme a sus propias leyes. Y esa afirmación se aplica a todos los ámbitos de la vida. Hay quienes pintan su casa de una u otra forma o a veces ordenan o desordenan su propio espacio. La idea generalizada de que el vivir según las propias reglas es la mejor manera de vivir y ser feliz puede que no sea del todo acertada.  En alguna de sus reflexiones de “The Happines Project”,  Gretchen Rubin afirma que hay pequeñas cosas que pueden desviarte de tu propósito de alcanzar la plenitud. Muchas veces consideramos que la manera como nos conducimos por la vida y nos relacionamos con los demás es la más adecuada porque la mayoría de las veces nos ha funcionado, o aunque no nos haya funcionado decimos que es la forma en la que crecimos y nos formamos. Y entonces, comienzan los problemas. El pensamiento de que todos tienen que adaptarse a tu forma de ser o de pensar es un pensamiento egoísta. Ya en otras ocasiones he afirmado que el ser humano necesita de otros para desarrollarse y ser feliz. Justamente cuando queremos llevar una vida plena debemos aceptar que no siempre nuestras reglas son las más adecuadas o las que más aceptarán los demás.  Ahora bien, esto significa que ¿debemos dejarnos llevar por los demás y perder nuestra propia identidad? No, por supuesto que no. Lo que significa que es que hay que tener la suficiente madurez y apertura para aceptar que no siempre tendremos la razón o que en ocasiones encontraremos a otros que tienen mejores ideas o extraordinarias maneras de hacer las cosas. El ejemplo de los grandes líderes es excepcional. Ellos no siempre son los mejores en su campo, pero sí siempre son los mejores para asir a su círculo a los que sí son expertos. Traigo a colación esto, porque recientemente tuve una experiencia un tanto decepcionante. Resulta que un amigo al que le tengo mucho aprecio de la noche a la mañana dejó de hablarme. A las dos semanas me envió un mensaje de texto saludándome como si nada pasaba, y yo lo llamé para corresponder la gentileza de la comunicación. A la siguiente semana, nos encontramos y ni siquiera me saludó. Entonces recordé que me dijo en cierta ocasión que a él no  le gustaba ni esperar y atender a la gente, y que si los demás querían ser sus amigos tenían que llegar a él porque no estaba para rogar ni andar detrás de nadie. No estoy seguro si esa sea la mejor manera de pensar, pero si quiere conservar amistades creo que debería cambiar esa forma de pensar y de proceder. Esa es su propia ley, pero no necesariamente es la mejor. Probablemente, vos tenés tus propias reglas para estudiar, o para relacionarte con otros, o para tratar a tu familia, o para realizar tu trabajo, y quizá en esos u otros aspectos de tu vida no has logrado el nivel que deseas. Quizá sea porque tus reglas no son las mejores en lo que no te está funcionando. Una forma extraordinaria de cambiar tu presente y tu futuro es revisar tus propias reglas y cambiar las que solo sostienen tu orgullo. A veces la mejor manera de sobresalir es retractarse. Se necesita mucho valor para reconocer que se ha cometido un error. Es probable que sea tiempo de que examinemos nuestra forma de proceder y, si es necesario, corrijamos el rumbo, porque sería triste llegar a culminar nuestra existencia con nuestras propias reglas y sin plenitud. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!!

lunes, 12 de marzo de 2012

Día 41: Leer... te puede cambiar la vida.

En la década de los 50´s, el escritor mexicano Octavio Paz publicó un ensayo titulado “El laberinto de la soledad”, el título engancha rápidamente y el contenido es prácticamente una radiografía del mexicano en su idiosincrasia y su historia. Por otro lado, a inicios del siglo XX, el escritor francés Marcel Proust inició una colección que es catalogada como parte del pináculo de la literatura universal “En busca del tiempo perdido”, donde más que una reflexión sobre su pasado, el autor retrata la vida misma de un hombre queriendo redimirse. Hablo hoy de estos dos grandes libros porque en la literatura se encuentran innumerables historias y nombres que podrían muy bien narrar la verdad de la existencia de cada uno de nosotros. Me llama la atención que el mismo Jorge Luis Borges en uno de sus cuentos de la colección Ficciones afirma que los libros siempre hablan de otros libros. Algo que Umberto Ecco también afirma en “El nombre de la Rosa”. En la vida he tenido muchos momentos de soledad. Ya he contado que mi infancia no fue precisamente la más feliz, a pesar de que sí guardo recuerdos muy entrañables, pero en general se podría decir que yo fui un infante víctima de lo que hoy llamarían “bowling”. Ya en otra ocasión trataré el tema y la formación del carácter. Pero lo que me interesa hoy es mencionar que mis amigos han sido siempre los libros. Por alguna razón (quizá que responde a mi historia personal) siempre me es complicado hacer nuevos amigos, aunque una vez que tomo confianza me encanta estar con ellos y el sentimiento es mutuo. No obstante, recuerdo que descubrir los mundos e historias que hay en los libros hizo que mi imaginación y mi mente se expandieran. No logro entender cómo hay gente que me afirma que no le gusta leer, pero a la hora de preguntarles si alguna vez han leído un libro completamente (claro, fuera de los aburridos que nos dan a leer en la secundaria) siempre me dicen que no. Entonces les replico que ahí está justamente la razón por la que no les gusta leer. Porque no se dejan seducir por la magia de la palabra escrita. Cada vez que me siento un poco “chipe”, leo y encuentro amigos, mundos y sensaciones fabulosas. Por supuesto que si alguien está iniciándose no puede comenzar con cualquiera de los títulos que cité al inicio. Debe comenzar como un bebé, con libros elementales pero poderosos. El primer libro que le regalé a mi sobrina fue “El Hombre que calculaba”, es un libro pequeño que mezcla una historia romántica con las matemáticas y lo embelesa a uno increíblemente. Otro libro de culto para iniciar es “Corazón”, del italiano Edmundo D´amicci. Además de abrir la mente y de ayudar contra la “hueva”, los libros te preparan y te hacen tener mejores conocimientos y conversación. Eso te ayuda en el trabajo, en la universidad y hasta en las relaciones sociales. Un hombre o una mujer que lee, tiene cierto rose social, y además es interesante a los ojos de otros. Yo te lanzo el reto de que este 2012, si sos de la gente que no lee, rompás con esa idea de que leer es aburrido y descubrás por qué en los países más ricos, donde la gente tiene mejores oportunidades, la lectura es un pasatiempo de rigor. Además, el hecho de que leas este blog, da fe de que tenés madera de lector. Te animo a ser uno más, y verás que con el tiempo cómo cambia tu vida y tu perspectiva. Y como dice mi amigo Freddy: auuuu!!!

viernes, 9 de marzo de 2012

Día 40: Ser caballero (o dama) nunca pasa de moda... y cambia el mundo.

Hace algunos años ví la película “Buscando a Eva”, protagonizada por Brendan Fraiser. En principio la trama de la película es bastante cómica ya que trata de un hombre obsesionado con la guerra nuclear y cómo por un error se esconden él y su esposa en un refugio antibombas, donde nace su hijo, el que se cría a la manera antigua y después de 30 años salen a la superficie a un mundo completamente cambiado. El hijo, ya convertido en un adulto, pero inocente, sale a explorar y conoce a gente muy acostumbrada al trajín y al egoísmo propios de estos tiempos. Al final, una de las personas que él conoce se sorprende porque le dice que es todo “un caballero”, y al explicarle qué significa esa palabra, le dice que es aquella persona que sabe hacer sentir bien a los que están a su alrededor. Ese diálogo fue revelador para mí. A partir de entonces me propuse ser “un caballero” en ese sentido. Y es que en este mundo abunda la gente que quiere aprovecharse de los demás, y muchos más lo hacen. Pero es poca la que realmente se interesa por sus semejantes. En la calle hay mucha gente gris, que está acostumbrada a que la traten mal, a no ser tomada en cuenta, a ser ignorada. Y cuando les extendés la mano para saludarla, o les prestás atención, o simplemente les sonreís, hacés que su día cambie. Sí, es cierto, lográs un milagro y no requiere de tanto esfuerzo. En algún momento he escrito que toda persona por muy apagada que parezca siempre tiene algún brillo, y justamente el ser caballero (o dama) consiste en hacerle entender a esa persona que tiene lo suyo. La ley de la siembra y la cosecha establece que lo que sembrás, eso cosechás. Así si sembrás maíz, tendrás mazorcas. Si sembrás peras, tendrás peras. Si sembrás momentos entrañables para otros, tendrás momentos entrañables para vos. Si manejás por las mañanas rumbo a tu trabajo o la universidad, y el resto de la gente hace por quitarte el carril, seguramente podrás avanzar más rápido si cedés el paso y además te evitás secreción de bilis. Si decís “buenos días” en todos los lugares a los que vas, es muy probable que al principio no te respondan el saludo, pero conforme vas convirtiéndolo en un hábito el resto de la gente lo agradece. Si te reunís con cualquier persona, sea jefe o subordinado, rico o pobre, feo o guapo, etc. Y te retrasás, hay que llamar para pedir que por favor te disculpen por el atraso o bien estar siempre puntual porque el tiempo de los otros es tan valioso como el tuyo. Si tratás con deferencia a todos, independientemente de que vengan en bus o en un volvo, estás haciendo de este mundo un mejor lugar. Y sobre todo, debés iniciar en casa. Si hacés sentir bien a la gente que convive a diario con vos, entonces estás construyendo momentos memorables y orgullo para tu familia. Ser caballero (o dama) es un reto, hoy muchos no quieren serlo ¿quizá vos sí? Y como dice mi amigo Freddy: auuuu!!!!

jueves, 8 de marzo de 2012

Día 39: A propósito del día de la mujer.

Yo fui influido por 3 admirables mujeres. En primer lugar mi madre. Ya en otras ocasiones he comentado los recuerdos entrañables que tengo de ella. Sin embargo, nunca he escrito sobre las veces en las que ella fue víctima de mi padre alcohólico. Recuerdo, que en ocasiones, mi papá llegaba ebrio a casa y comenzaba a tirarlo todo y luego amenazaba a mi mamá con un machete. Yo tenía como 7 u 8 años y los hermanos que me siguen eran unos pequeñitos (mi hermano es 4 años menor y mi hermana 5). Ellos no entendían lo que pasaba y me acuerdo de que mi madre y yo teníamos un lenguaje de miradas que nunca convinimos en crear. Cuando ella me veía de determinada manera, sabía que tenía que sacar a mis hermanos de donde estuvieran y jugar con ellos en la calle como si nada pasaba. Yo me sentía dividido. Tenía que sonreír con mis hermanitos y jugar con ellos desentendido, sabiendo que dentro de la casa mi madre estaba siendo golpeada por mi padre, y que yo nada podía hacer. Cuando la golpiza terminaba, mi papá se iba a dormir y mi madre, luego de secarse las lágrimas y de arreglarse iba por nosotros, y acostaba a mis hermanitos para que durmieran. Esas situaciones pasaban muy a menudo. A pesar de eso mi madre nunca dejó de jugar con nosotros o de hacer las cosas divertidas que he contado en otras ocasiones. Siempre nos incitaba a respetar, bromeaba, jugaba y nos decía que teníamos que ser buenos. Acarreaba agua, lavaba ropa, y trabajaba para darnos el alimento que mi papá no nos daba. Ella me enseñó a tener carácter, a creer en la vida, a hacer las cosas bien y a confiar en que el futuro puede ser mejor. La otra mujer que influyó en mí fue mi tía (hermana de mi mamá), siempre estaba presente cuando se le necesitaba. Plantándosele cada vez que era posible a mi papá. Recuerdo que cuando mi papá dijo que para qué iba yo a estudiar, ella se hizo cargo de mis estudios toda la primaria y la secundaria hasta que me gradué de maestro. Ella, una mujer que nunca tuvo hijos y que su esposo le fue muchas veces infiel, era muy católica. En las vacaciones iba a pasarla a su casa y recuerdo que en las tardes me leía libros o revistas y en las noches antes de dormir rezábamos juntos todo el rosario. Ella marcó mi amor por los libros y sembró en mí  la semilla de la fe. Yo ya no soy católico, pero sí reconozco que fue ella quien me enseñó a confiar mi vida en Dios. La tercera mujer que influyó en mí fue mi abuela (madre de mi madre), una mujer menuda, ama de llaves toda la vida, con carácter fuerte. Salía de descanso todos los miércoles y siempre tenía tiempo para sacar a pasear a su nieto favorito (yo). Íbamos a Amatitlán o a la Antigua (en los 80´s ir a esos lugares era un viaje largo, una aventura). Ella me hacía sentir un príncipe. Ella me compraba la ropa que mi madre no podía y que mi padre no quería darme. En las salidas de los miércoles nunca faltaba la visita a la iglesia de la Merced y la visita a la Iglesia de Santa Clara para rezarle a San Benito. Todos los viernes santos íbamos a la Iglesia de la Recolección a ver la ceremonia de crucifixión, el sermón de las 7 palabras, el descendimiento y la salida de la procesión. Luego íbamos a una venta específica de comida callejera en el atrio de la iglesia y comíamos panes con gallina y horchata. Mi abuela murió hace 20 años, y sin embargo mi hermano y yo todavía hacemos eso todos los viernes santos y comemos los mismos panes con gallina (ahora en el puesto de las hijas de la señora que los servía cuando éramos niños). Ya he dicho que no soy católico, pero esa tradición del viernes santo la hago en recuerdo de mi abuela querida. Ella me enseñó todas las implicaciones del verbo amar. Estoy seguro que todos tenemos historias qué contar a cerca de las mujeres que han influido en nuestras vidas, pero yo me siento muy afortunado de haber tenido la madre, la tía y la abuela que tuve. Dios fue generoso conmigo al ponerme a su cuidado. En este día y todos los demás las celebro. Por ellas, ha valido la pena vivir! Y como dice mi amigo Freddy: auuuu!!!

martes, 6 de marzo de 2012

Día 38: Dejar marchar es parte del amor a otros y a vos mismo.

Hoy me di cuenta de que una persona a la quiero mucho me borró de su facebook. Le mandé un mensaje de texto y solo me respondió que para qué me iba a tener ahí si no respondía a sus mensajes. El asunto es que nunca recibí los mensajes que dice que envió. En fin, esa acción no impedirá que le siga guardando mucho aprecio. Sin embargo, me ha hecho reflexionar sobre que en la vida existen muchos encuentros y desencuentros. Y que la felicidad se alcanza también no solo con los encuentros sino con la forma en que afrontamos las separaciones. En muchas ocasiones los hombres y las mujeres optamos por devolver mal por mal, si alguien nos deja le guardamos rencor y eso al final de cuentas crea una raíz de amargura que impide alcanzar la plenitud y la felicidad. Con razón los budistas tibetanos ponen mucho énfasis en el desapego como un mecanismo de alcanzar el nirvana (la plenitud). El punto es que no puedo negar que me dolió darme cuenta de que alguien a quien yo quiero simplemente me desechó, pero tampoco puedo permitirme caer en tristeza total o en guardarle algún mal sentimiento. No es posible si de verdad le tengo afecto. Mucha gente afirma que del amor al odio hay solo un paso, no creo que sea cierto. Si uno ha amado, perdona. En este caso particular evidentemente no puedo hacer nada, él ya tomó su decisión, pero lo sigo queriendo igual como amigo. Al final de cuentas es que perdonar, soportar, y creer es manifestación del amor. Pero parte de ese amor es permitir partir cuando el otro lo desea. Porque nadie es dueño de nadie. El desapego puede durar mucho tiempo o solo unas horas, todo depende de qué tan apegados estemos al sujeto de nuestro afecto. Lo importante es vivir por un tiempo razonable el duelo y retomar la vida. La existencia es maravillosa y tener la posibilidad de que haya gente que lo afecta a uno y que cruza su camino con el nuestro es suficiente para sentirse orgulloso y satisfecho. Hoy alguien me borró de su facebook, si, pero yo lo tatué en mi album de recuerdos como un destello, ultravioleta, brillante. En resumen, un elemento de la felicidad es permitir que aquellos a quienes queremos y amamos, partan. El padre o la madre algún día deberán dejar que sus vástagos marchen a formar sus propias familias como ellos lo hicieron. Las personas que amamos, algún día tendrán su encuentro con la eternidad. La vida, es pues, un viaje en el que nos encontramos y nos despedimos. El carácter y la felicidad  convergen en esas situaciones. El primero para afrontar gallardamente las despedidas, y la segunda para celebrar el tiempo de unidad y la capacidad de salir adelante. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuuuu!!!

jueves, 1 de marzo de 2012

Día 37: A pesar de la maldad creo en el Bien y la Felicidad.

En esta ciudad de Guatemala que tanto amo, los tiempos están muy peligrosos. Ayer por la mañana unos delincuentes encañonaron a mi hermano y lo obligaron a bajarse de su automóvil para robárselo. Inmediatamente otro guatemalteco que observó los hechos se acercó en su vehículo a mi hermano y le dijo que se subiera y que perseguirían en carro. Como a un kilómetro, había un reten de policía y lograron que una patrulla se uniera a la persecución. A los 15 minutos los ladrones habían abandonado el carro y mi hermano recuperó su vehículo. En pocas líneas he resumido los momentos angustiosos que vivió Otto, y de los cuáles me enteré hasta poco después del mediodía. En el proyecto de alcanzar la felicidad y la plenitud en que nos hemos embarcado, algunas personas han criticado que solo de cosas buenas se habla y no de la realidad. Lo cierto del caso es que si bien es cierto todos los días ocurren cosas como las que le acontecieron a mi hermano, también es cierto que suceden cosas buenas. Por ejemplo, un día de estos, iba caminando a tomar el bus para dirigirme al trabajo. En una de las esquinas cerca de mi casa hay un viejecita que se coloca a vender unos bananos quizá igual de viejitos que ella, pero siempre está la señora ahí, con su cajita de fruta. No puede evitar demostrar que es una persona muy pobre. Sin embargo justamente ese día que mencioné, la vi hacer algo que me conmovió tanto y me enseñó tanto, que estoy seguro de que en este mundo, en esta ciudad, a pesar de la gente como esos delincuentes que asaltaron a mi hermano, todavía hay mucha gente que hace que vivir aquí valga la pena. Pues yo iba caminando y como a una distancia de unos 20 metros iba adelante un indigente cargando sus cartones y un costal lleno de desperdicios. Cuando pasó frente a la caja de bananos se le quedó viendo a la fruta, seguramente con hambre y con la resignación de no poder comprarlos. Sin embargo, aquella mujer al ver al hombre tan abandonado y con tantas ganas de su producto. Tomó una penca de bananos lo metió en una bolsa y se lo dio al indigente. Este le dio las gracias, y ella solo le susurró “que Dios te bendiga”. Estoy seguro de que los bananos que le dio al hombre no le sobraban a la anciana. Estoy seguro que la necesidad que ella tiene no es menos que la que puedan decir que tienen aquellos ladrones que asaltaron a mi hermano. Estoy seguro de que a pesar de la gente mala, hay mucha gente que no lo es y por esa gente es que vale la pena trazarse metas, compartir las buenas experiencias, invitar a otros a ser felices y a intentar no dejar los sueños ni el trabajo tesonero. No quiero sonar a motivador de palabras repetidas, pero sí quiero dejar claro en que a pesar de esas situaciones (que me impactaron) lejos de alejarme de mi objetivo lo reafirma. La búsqueda de la felicidad no es un patrimonio privado. Es una riqueza colectiva y debemos compartirla. En la medida en que haya más gente feliz y satisfecha con su vida y con lo que tiene, y que las oportunidades sean para todos iguales, habrá menos delincuentes y habrá menos Ottos que pasen por situaciones tan angustiosas. Yo sí creo y como dijo Martín Lutero : “a menos que se demuestre que he caído en error ya sea por la razón o por la fe, no puedo ni debo retractarme, porque ningún hombre debe actuar en contra de su propia conciencia”. Y como dice mi amigo Freddy: auuuu!!