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jueves, 26 de enero de 2012

Día 23: En vos está evitar que la amargura afecte tus días...

Hoy tuve un altercado con una compañera de trabajo, y fue tan rápido, que hasta que todo había comenzado pude detenerlo. Resulta que había contratado a una agencia en otro país para un proceso de reclutamiento, y cuando pasé la factura a finanzas, me informaron que era necesario realizar una retención por impuestos que contempla la legislación de aquel país. Sobre el correo donde me notificaron respondí que por cortesía deberíamos informar al proveedor. Y ese fue el detonante. Esta compañera respondió que no era su obligación hacer eso y que en todo caso era mi responsabilidad por haber contratado los servicios de esa empresa. Al principio me alteré (vaya que no me cuesta, ni tantito) pero luego me puse a pensar que si bien es cierto no era el tono en que me respondieron el más adecuado, no significaba que yo tenía que ponerme al mismo nivel. Entonces recordé uno de los principios básicos de la vida: quien primero se enoja es quien pierde. Y me dije que no quería perder la felicidad de una jornada solo por algo tan banal. El punto es que luego de un par de correos, esta compañera me llamó muy molesta a reclamar mil cosas. Yo la escuché y cuando hubo descargado su enojo, le dije: ok, estoy de acuerdo contigo en que no es obligación tuya y creo que no fue claro al comentarlo ya que estoy consciente de que debo hablar con el proveedor, sin embargo la forma en que lo dijiste no fue la correcta, pero comprendo que quizá estés llena de muchas actividades. En ese momento, cuando comencé a tomar un tono conciliador en lugar de responder de la misma manera, ella comenzó a ceder al punto que luego se disculpó. Creo que si me hubiera puesto al mismo nivel me habría amargado el día y habría erosionado la relación con mi compañera de trabajo. Mi jefe dice algo que es muy cierto: “si pasamos tanto tiempo en la oficina, lo menos que podemos hacer es tratar de pasarla bien”, y tiene mucha razón.  En la vida cotidiana mucha gente puede que nos ataque verbalmente o que a la menor provocación reaccione no tan amablemente. Lo mejor es dejarles pasar eso y tratar de ser conciliador. Al final de cuentas si dejás que los otros te afecten el ánimo les estás dando poder sobre tu vida y tu felicidad, y eso si que no es nada justo para vos mismo/a. Ahora bien, puede que seas el otro lado de la moneda, que seas un “vidriecito” que a la más pequeña razón te quebrás y sacás uñas y dientes, pero recordá siempre esto: si te enojás llevás las de perder. Otra cosa que es importante es no menospreciar a los demás por muy alto o muy bajo que estén en lo social o económico. La vida da muchas vueltas y si hoy estamos arriba, mañana puede que necesitemos del  más pequeño. El altercado de hoy me enseñó que por trivialidades la gente pelea y deja que su día se amargue, por eso me prometí que no dejaría que fuera así. Puede rodar el mundo en un canal de enojos pero yo me haré a un lado, no permitiré que esas tonterías me impidan disfrutar fabulosos minutos de felicidad. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuuu!!!!

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