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jueves, 25 de octubre de 2012

Día 83: Perdonar Sinceramente (Parte II -autoperdón-)

Hoy en día muchas personas, tanto hombres como mujeres, nos obsesionamos por la figura y la apariencia. Nos inventamos cuanta dieta se pueda ocurrir, gastamos cantidades grandes de dinero y de tiempo en recetas milagrosas para adelgazar, nos gusta comprar buena ropa y costosísimos perfumes, e incluso llegamos a pagar el gimnasio y vamos solo una o dos veces al mes. El otro extremo es el de la gente que busca una moda o una “tribu urbana” para integrarse a un colectivo aunque al inicio no esté 100% de acuerdo con ella. También hay quienes se meten en la depresión total y se alejan de la colectividad o bien no están deprimidos pero se apartan de la gente. Conozco de hecho a alguien, a quien llamaré Wagner, quien tiene un potencial inmenso de inteligencia, se le dan los números y la computación increíblemente, ya se graduó de la universidad como periodista profesional pero desde hace años trabaja como bodeguero en una agencia de una empresa de telecomunicaciones. Cuando se le pregunta por qué no busca algo mejor para desarrollar su carrera contesta que está muy cómodo ahí y que le gusta que nadie se mete con él y que gana lo suficiente para subsistir. También hay quienes abandonan sus estudios por el pretexto de que el trabajo los absorbe y que tienen muchas obligaciones y se niegan un mejor futuro para sí y sus familias y se quedan corriendo como diría Robert Kiyosaky “la carrera del hámster”. Otros muchos optan por dedicarse a la diversión y a gastar el dinero desmesuradamente y no guardan para los momentos de emergencia. Y de esta manera hay miles de actuaciones y de personas que, por sus acciones, se niegan a sí mismas un mejor futuro y mejores oportunidades. Dentro de los pasos que he estado exponiendo, quizá uno de los más polémicos es el del perdón, porque como han escrito muchos, es muy complicado otorgarlo y tomar la decisión de darlo, en vista de que muchos hemos optado por seguir en la corriente y no contra ella. La primera decisión que hay que tomar al respecto es la de perdonarse a sí mismo. Es quizá la más complicada de las decisiones que hay que tomar porque generalmente la gente está en cualquiera de los 2 extremos: 1. Quienes creen que lo que han vivido, hecho o son es tan malo que no pueden alcanzar perdón o 2. Quienes consideran que no han vivido, hecho o son malos y que por lo tanto no tienen nada por lo cual perdonarse. Ambos extremos, como casi todo en la vida, son peligrosos. El primero porque generalmente conduce a las personas a la depresión y en casos muy extremos al fatídico suicidio y el segundo porque hace que las personas pierdan el respeto por los absolutos y los valores y en consecuencia no solo se afectan a sí mismos sino que también a los que los rodean. Si estamos obsesionados por la figura y las apariencias es porque generalmente no estamos conformes con nosotros mismos, y eso es muestra de que no nos amamos y por lo tanto debemos iniciar perdonándonos el no hacerlo. Si gastamos en mucha ropa y lociones y pagamos gimnasio sin ir tenemos que perdonarnos por no valorar el dinero que nos cuesta y porque de alguna manera estamos buscando satisfactores externos. Si estamos dentro de un grupo o una moda que no nos llena pero que nos da sentido de pertenencia, tenemos que perdonarnos por no valorarnos y no tener las agallas de buscar un mejor sitio para nosotros. Si somos como Wagner que a pesar de tener un gran potencial desperdiciamos lo que somos y tenemos, es necesario que nos perdonemos por cerrarnos las oportunidades a un mejor futuro. Si creemos que lo que hemos hecho, somos o pensamos no está bien y es imperdonable hay que preguntarnos por qué somos verdugos tan implacables y aprender a perdonarnos. Si estamos en mal camino corregirlo pero no seguir llevando las piedras de la pena por el pasado que ya finalizó. Al final de cuentas, será imposible que podamos otorgar perdón a otros si primero no aprendemos a darnos perdón a nosotros mismos, porque generalmente la persona más injusta con vos, sos vos mismo. Es tiempo de perdonar y de marcar una línea de reinicio. Lo hermoso de la vida es que nunca es tarde para corregir el camino. ¿Estás dispuesto a tomar la decisión? Y como dice mi amigo Freddy: Auuuuu!!!

domingo, 21 de octubre de 2012

Día 82: Apostilla al tema del Perdón.

Interactuar por medio de las redes sociales y por medio de este blog me ha enriquecido de sobremanera, ya que he conocido las perspectivas y la forma de ver la vida de mucha gente que de otra forma me habría sido imposible conocer. Hace unos días escribí la primera parte sobre el perdón, y rápidamente recibí retroalimentación de varias personas. Algunos dejaron su comentario acá en el blog, otros lo hicieron en Facebook, y otros más lo hicieron por correo electrónico. Hubo particularmente 2 comentarios que quisiera comentar por lo profundos que me parecieron. No deseo rebatirlos o apalancarlos, porque las experiencias de cada quien son distintas, pero sí considero oportuno hablar un poco más sobre ellos. El primer comentario decía más o menos así: “Difícil tema el perdón se dice fácil, pero lo cierto es que algunas veces lleva años y algunas veces no se consigue”. Ese comentario me pareció parcialmente acertado ya que sí es cierto que es más fácil escribir o hablar del perdón que llevarlo a la práctica, porque las heridas que muchas veces se producen en la vida de las personas y en las nuestras son muy profundas. Sin embargo, donde consideré que yo no estaba de acuerdo fue en la parte donde se dice que algunas veces no se consigue, y no porque sea mentira, al contrario es una verdad absoluta, sino porque de alguna forma es, a mi parecer, una declaración de derrota. Porque perdonar es una decisión, lo que significa que si algunas veces no se logra no es porque sea imposible sino porque simplemente el que debe otorgarlo no lo quiere dar. Estoy totalmente consciente de que dar ese paso es muy difícil. Pero justamente por lo dificultoso que suele ser, es que la persona que lo da se engrandece y dignifica al género humano. Es más fácil guardar rencor, buscar venganza y odiar, que dar perdón. Sin embargo, esos sentimientos solo desgastan, amargan no dejan avanzar. En muchas ocasiones hay que tomar decisiones radicales, y perdonar es una de ellas. Lo que todo mundo dice no necesariamente es lo más acertado. Si casi todo mundo te dice que es mejor no perdonar, casi todo mundo está equivocado. El otro comentario del que quiero hacer referencia decía más o menos así: “yo sí perdono pero no olvido, y si puedo me vengo….eso quita muchas piedras de mi alma”. Aunque respeto la opinión de todos, justamente mi visión de perdonar trasciende lo que la mayoría cree. No quiero sonar arrogante, pero repito que si todo mundo dice algo, generalmente trato de apartarme de eso porque generalmente es incorrecto. El perdón implica dejar atrás todo, incluso el deseo de venganza. Humanamente es justificable que se quiera tomar la justicia por las propias manos, sobre todo cuando los sistemas son inoperantes, como en el caso de Guatemala, pero tomar la decisión de no vengarse también es sinónimo de grandeza. El líder indio Mahatma Gandhi dijo en una ocasión “Ojo por ojo, y el mundo se quedará ciego”. Porque la espiral que desatan las venganzas no tiene buen final. Todos pierden, nadie gana. Agradezco a los amigos que mandaron esos comentarios, justamente parte de la madurez está en poder exponer puntos de vista disímiles y seguir teniendo concordia. En la siguiente entrada seguiré con la segunda parte del tema del perdón. Mientras tanto como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!!

sábado, 20 de octubre de 2012

Día 81: La Revolución del 20 de Octubre en Guatemala.

Hoy 20 de octubre se celebra en Guatemala un aniversario más de la “Revolución del 44”. Este año 2012 fue día sábado así que muchos no notaron la diferencia. Además muchos de los jóvenes tecnológicos no tienen idea de por qué existe este día nacional. Durante muchos años había estado en el poder el dictador Jorge Ubico hasta que fue removido por una alzada militar y ocupó la presidencia de Guatemala Federico Ponce Vaides, quien a la postre resultó ser un dictador también. Por primera vez en la historia guatemalteca los sectores que generalmente son antagónicos se unieron para derrocarlo. De esa suerte, militares, estudiantes y trabajadores organizados logran la alzada, termina la dictadura y se llama a elecciones libres donde posteriormente resulta electo como Presidente el Doctor Juan José Arévalo, quien según el entender de los mayores, ha sido quizá el mejor presidente del país. Durante esa época se convoca a una asamblea nacional constituyente que divulga la primera constitución guatemalteca de tinte social cuando en Europa estaba sucediendo la segunda guerra mundial. Se aprueba el Decreto 316 que más tarde es modificado por el 1441, convirtiéndose Guatemala en uno de los países más progresistas por su Código de Trabajo. Se le da autonomía a la USAC y se crea el Seguro Social. Al terminar la presidencia de Arévalo el país había avanzado en solo 4 años lo que muchos otros en América Latina ni siquiera soñaban. Parecía que la historia al fin hacía justicia a Guatemala y en las segundas elecciones de la primavera revolucionaria, resulta electo Jacobo Arbenz Guzmán. El tema de la expropiación de tierras por el Decreto 900, así como sus enfrentamientos con la United Fruit Company (hoy Chiquita) y la Internacional Railways hacen que la CIA organice un golpe de estado y 10 años después de la gesta del 44, todo se acaba. La primavera termina y el avance se detiene. En pocas líneas he tratado de resumir el por qué del 20 de octubre para las nuevas generaciones que saben muy bien de cómo descargar canciones en i-tunes pero no saben por qué hay descanso este día. Mucha gente ha manoseado aquella gesta y ha querido enarbolar la bandera de los héroes del 20 de octubre. Hoy en día incluso algunos desvelados salen a las calles a “manifestar” y a llenar de pintas las calles y comercios y a destruir los monumentos, supuestamente defiendo los derechos la clase trabajadora. Sin embargo, los que sí trabajamos o descansamos en casa o nos tocó trabajar. Esos autodenominados manifestantes manosean la gesta del 20 de octubre. Probablemente a algunos colegas y amigos de hueso colorado les parecerá un sacrilegio lo que escribo pero lo cierto del caso es que hoy en día la forma de construir un mejor país no es haciendo pintas, ni obligando a otros a cerrar sus comercios por miedo al vandalismo, la forma de manifestar y de ser consecuentes con los hechos del 44 es siendo honestos, generando acciones e ideas para desbaratar las estructuras de corrupción que están en raizadas en las instituciones gubernamentales. Es trabajar y dar buena educación a los alumnos, es generar fuentes de empleo, es no pagar “mordidas” cuando los señores de Emetra las exigen. Eso sí es manifestar y ser consecuentes. Sé que mi blog nunca ha tratado temas políticos, y no es mi intención dedicarlo a ese segmento. Sin embargo, hay días, como hoy en lo que se hace necesario hablar de lo que pasa. Sé que existimos muchos hombres y muchas mujeres que confiamos en nuestro país. Que no violamos el derecho de locomoción de otros y que respetamos la propiedad ajena y la nacional. Que pagamos nuestros impuestos. Que trabajamos para llevar el pan a nuestras casas y sostener a nuestras familias. Que no hablamos muchas veces porque estamos ocupados construyendo el futuro. Por nosotros, por los jóvenes que no conocían la historia del 20 de octubre, por la vida y por la honestidad: Feliz 20 de octubre!!!!!!! Y cómo dice mi amigo Freddy: auuuu!!!

martes, 16 de octubre de 2012

Dia 80: Perdonar Sinceramente (parte 1)

¿Qué pasaría si hoy consiguiera una mochila enorme con la cual voy a andar todos los días a todos los lugares, y cada día metiera piedras en ella? Seguramente la primera semana podría ser soportable el peso, pero conforme fueran pasando los días, y los meses, incluso los años, el peso me haría desfallecer. Esa anécdota la leí hace algún tiempo en un blog y me pareció muy cierta cuando de los rencores, las tristezas y los dolores se trata. Esa mochila es el alma, las piedras son esos sentimientos negativos que nos van llenando de peso por dentro. En la vida estamos muy propensos a sufrir. Desde niños a muchos nos tocó tener experiencias difíciles y en cada etapa se van quedando personas que nos lastiman. La vida está llena de piedras por coleccionar y llevar a cuestas. El problema es que pesan mucho y no nos permiten avanzar. Yo conozco personas que después de 20 años siguen teniendo rencor contra una persona que les hizo daño. Y muchas veces el otro individuo ya hasta falleció, y sin embargo el dolor provocado sigue carcomiendo a quien no suelta esa carga. Ya en otras entradas he hablado sobre el libro “Grandes Esperanzas” de Charles Dickens, y de Miss Havisham, quien vivió los últimos 30 años de su vida amargada por el hombre que la dejó plantada en el altar. Tanta era su amargura que incluso formó a una hija adoptiva para que enamorara y despreciara a los hombres como una venganza de ella contra el género masculino. Al final de sus días, Miss Havisham reconoce que haber llevado consigo aquella tristeza no le produjo nada y por el contrario le hizo desperdiciar hermosos años de su existencia. En la trilogía de “Millenium”, Lisbeth Salander se topa con varios momentos en los que debe tomar una decisión: tomarse la justicia en sus manos o dejar que el peso del rencor se vaya. El momento más impactante sucede cuando teniendo todos los mecanismos para deshacerse de Zalachenko (quien a la postre es su padre) prefiere que la justicia (que por cierto nunca la había tratado bien) se haga cargo.  En el libro Tibetano de la Vida y la Muerte, Sogyal Rimpoché asegura que “mientras tengamos mente, habrá pensamientos y emociones”. Dicho de otra manera, mientras existamos seguramente habrá ocasión de ser heridos y otras de ser sanados, y los recuerdos seguirán ahí. El paso más importante para liberar a las personas es el perdonar. La etimología de esa palabra es especialmente interesante porque en español viene del latín “per” y “donare”, que traducido ideográficamente sería algo así como “semejante a dar”.  Es decir una acción por medio de la cual se entrega algo. Perdonar es entregar libertad (tanto al que lo da como al que lo recibe). La cuarta acepción del diccionario de la Real Academia Española dice que perdonar es “renunciar a un derecho”. En el mundo común y corriente, cuando hemos sido ofendidos o heridos se supone que tenemos el derecho de cobrarnos la ofensa, cuando perdonamos, renunciamos a eso. Por esa razón es falso cuando alguien dice: “perdono pero no olvido”, como en forma de amenaza. La acción de perdonar lleva consigo la de dejar que los recuerdos de la herida o la ofensa no tengan poder sobre nosotros. El séptimo paso de mi camino a la plenitud señala que hay que Perdonar sinceramente. No es posible avanzar hacia la búsqueda de la felicidad o de la plenitud si dentro de nuestro corazón guardamos rencor o tristeza por acciones que otros hayan tenido contra nosotros. Estoy seguro de que hay situaciones que son difíciles de perdonar, pero ninguna de ellas vale lo suficientemente la pena como para que tu vida ande cargando una mochila de piedras que lo único que hace es detenerte. Ya lo he escrito y lo repito, perdonar es entregar libertad, primeramente a vos mismo y después a quien te ofendió. La opción de perdonar necesita la decisión eso sí, de hacerlo sinceramente, porque cuando se perdona solo de palabra, las secuelas del rencor y del dolor siguen latentes. Durante estos días estaré contando más a cerca de mi experiencia perdonando y las de otros amigos para que por medio de esas vivencias podás entender que la vida exige decisiones importantes y una de ellas es perdonar. Y como dice mi amigo Freddy: auuuu!!!!

miércoles, 10 de octubre de 2012

Día 79: Verdell, mi razón para defender a los animales.

En el mundo las personas tienen diferentes vocaciones de vida. La mía no es ser padre, ni esposo ni nada convencional. Pero admiro a quienes tienen ese privilegio y cumplen a cabalidad los papeles que les tocaron. A pesar de todo eso, tengo una pasión (recién adquirida hace 2 años): mi perrito. En noviembre de 2010, llegó a mis brazos por primera vez ese cachorrito. Hasta ese momento yo no había querido tener una mascota desde que El Goyo, mi pastor alemán, desapareció cuando yo tenía 8 años (hacía 28 años de todo eso). Sin embargo cuando lo vi en la tienda de mascotas y se acercó a mí hubo un click. Eso que sucede solo unas pocas veces en la vida. No podía permitir que alguien más lo llevara. En ese mismo instante lo compré y se vino a casa. Como era un bebecito de apenas 2 meses, pasé de una vez a comprar una pañalera, ropita para cama, una colchita, sus implementos de limpieza e hice la cita con el veterinario para que comenzara a verlo. Ese fue el primer día que Verdell Alexander Constantino estuvo conmigo. Han pasado 2 años y me encanta. Ahora que vivo solo ya no lo tengo conmigo porque no creo que una criaturita deba crecer sola (casi todo el día paso fuera de mi apartamento). Está en casa de mis papás donde siempre hay gente. Pero cada domingo que voy allá, mi schnauzer hace una de fiestas que me hace feliz el día. Él es una parte importante para mí. Le digo “mi muchacho guapo” y generalmente se pone en mis piernas para que lo acaricie y le diga lo lindo que es y cuánto lo quiero. Solo quien ha tenido una mascota y ha tenido una relación directa con ella, puede dar fe del lazo tan fuerte que se forma. Es indescriptible. El domingo pasado, además de ver a los chicos de la Fábrica de Sonrisas, también vi a una señora ya bastante adulta que llevaba a dos cocker que portaban un letrero colgado cada uno donde se leía: “tengo derecho a no ser tratado mal”. Me pareció que era una forma espléndida de adherirse a la causa de la protección de los animales. Hace años, antes de que Verdell llegara a mí, yo veía a los perros callejeros con desprecio. Hoy los veo con compasión. Son seres que necesitan de nosotros. Yo no concibo que mi querido Verdell pueda estar alguna vez en la calle solito, perdido y sin comida. Es un ser indefenso que me da afecto y es fiel. Esa mujer que les puso los letreros a sus mascotas llevó a cabo algo que otros hemos querido decir: los animales también merecen nuestro respeto. No es posible que seamos crueles con esos seres. Sin embargo vuelvo a decirlo: solo quienes hemos logrado tener un acercamiento con ellos podemos dar fe del afecto tan hermoso y sincero que ellos pueden brindar. Quizá no nací para ser padre, esposo o cualquier otra figura convencional, pero de algo sí estoy seguro: una de las causas por la que estoy aquí es para proteger a mi Verdell y cuidar de él mientras Dios le permita vivir y me de el privilegio de tenerlo. Si vos nunca has tenido una mascota, te insto a que intentés adoptar una. Es un gasto, sí. Es complicado a veces, sí. Pero la recompensa de afecto que recibís, es invaluable. Probá. No tenés nada qué perder y sí mucho qué ganar. Y como dice mi amigo Freddy: Auuuu!!!

lunes, 8 de octubre de 2012

Día 78: La fábrica de sonrisas... y esperanza...

Ayer me levanté un poco tarde y decidí ir a comprar unos strudel de manzana a una panadería que queda a unas cuadras de mi casa. Para llegar debo pasar por el parque Morazán. Uno de los parques más antiguos de la ciudad, bastante pequeño y que ahora está muy bien cuidado y hasta cercado. Cuando pasé alrededor de él, vi una escena que me conmovió y sobre todo me hizo un llamado a la conciencia. Había varios voluntarios de la “fábrica de sonrisas” paseando a niños con algún tipo de parálisis, los estaban asoleando y llevándolos entre los caminitos empujando las sillas de ruedas. Pero la escena que más me impresionó fue la de un jovencito con su nariz de payaso que estaba sentado en una banca de cemento. Con paciencia y evidente gusto le hablaba a un niño (que quizá tendría como máximo 10 años) y que parecía que sufría una severa parálisis. No pude evitar quedarme largo rato viéndolos. Ver a todos esos jóvenes que estaban dedicando tiempo a los niños que necesitaban compañía me conmovió. Me hizo preguntarme qué estoy haciendo por hacer de esta tierra un mejor lugar. Ellos estaban dando su parte y mientras tanto yo iba a comprar pan. No había comparación. Los muchachos de la “fabrica de sonrisas” estaban dando a los niños vida, traducida en tiempo. En otras ocasiones he dicho que los buenos momentos dan sentido a la vida. Hoy debo agregar que también los momentos en los que se da, se comparte le dan forma y plenitud a nuestra existencia. No estoy seguro de qué pasaban por la mente de ese muchacho que estaba sentado en la banca de cemento, lo cierto del caso es que estaba muy concentrado en lo que hacía y no reparó en mi presencia. Además con su lenguaje corporal y la expresión facial se veía que no lo hacía por obligación sino gustosamente. Yo he visto que mucha gente escribe hoy en día en sus muros de Facebook que se sienten aburridos o que no tienen nada qué hacer. Y sin embargo hay otra tanta gente que necesita tiempo y atención. Personas que posiblemente están en hospitales, centros de rehabilitación, en nuestras mismas casas. Cuando tenemos tiempo ocioso y decimos que estamos aburridos no cabe duda que expresamos que somos unos egoístas porque solo nos fijamos en el hecho de que no tenemos en qué distraernos cuando posiblemente tenemos salud, dinero, dónde vivir y hasta un perfil de Facebook. El hecho de tener tiempo de sobra es una bendición y a veces no lo apreciamos, ni compartimos. Luego de contemplar la escena que conté, me fui a la panadería y no se quitó de mi mente el hecho de que esos jovencitos estaban construyendo un mejor país sin necesidad de hacer ruido o manifestaciones donde se daña el derecho de locomoción de otros. Ellos estaban “haciendo patria”. No sé cuántos hombres y mujeres de diferentes edades hay involucrados en ese proyecto de esperanza llamado “Fabrica de Sonrisas”, sea como fuere son unos héroes. Ojalá conociera el nombre de cada uno para felicitarlos individualmente. Pero no es tan importante hacer eso porque su propio trabajo sé que les da gran satisfacción. Hoy reconozco que con su ejemplo esos muchachos me mostraron que mi país tiene esperanza. Que no todo está perdido en esta sociedad en la que cada día se oye de muertos y volencia, que Guatemala tiene mejores hijos. Ellos no solo dieron tiempo a los niños que estaban paseando. También fabricaron en mí una sonrisa. Gracias, muchachos. Por gente como ustedes, muchos otros no perdemos la fe en el ser humano. Y como dice mi amigo Freddy: auuu!!!

viernes, 5 de octubre de 2012

Día 77: La intrusa en mi casa.

Hace tres noches, antes de acostarme descubrí una intrusa en mi casa. Todo sucedió tan rápido que el susto que me llevé fue grande. Yo estaba quitándome la ropa del día y poniéndome más cómodo para irme a la cama. Puse mi ropa sucia en el cesto y de pronto cuando cerré el recipiente ella salió corriendo, como si fuera la dueña de la casa, tan campante y sin que yo supiera de dónde. Era una lagartija blanca como de unos 10 centímetros y corrió en la pared hasta la parta alta de mi closet. Inmediatamente vinieron a mi mente miles de posibilidades. ¿Qué pasaría si no estaba sola? ¿ y si había más en alguna parte? ¿invadirían la cama durante mi sueño? El punto es que les tengo temor a los reptiles y esa noche alejé la cama lo más posible de cualquier pared. Estuve casi en vela, cerraba los ojos y me dormía un rato e inmediatamente me despertaba para ver si la intrusa se aparecía. Al día siguiente no hubo señas de ella. Hoy en la mañana cuando entré al baño tuve un “avistamiento” y un “encuentro del tercer tipo” (me pregunto cuáles serán los encuentros de primer y de segundo tipo? –es solo un pensamiento suelto-) y ahí estaba ella, sobre la pared entre el lavamanos y el espejo. En ese momento mi primera reacción fue salir huyendo otra vez, pero ella al percibir mi sombra también comenzó a huir. Entonces me paré en el dintel de la puerta y me puse a reflexionar: ya van 3 días y aunque es una huésped que no invité, y es molesto pensar en ella, no me ha hecho nada (al menos que me haya dado cuenta). No sé desde cuando anda merodeando en mi casa, pero lo cierto del caso es que debo aprender a vivir con ella o sin ella. La vida, reflexioné más tarde, es así. Generalmente tenemos imprevistos que vienen a tambalear el orden y que provocan un caos total en nuestras vidas, pero tenemos que aprender a vivir con el cambio, con las contingencias, con los imprevistos, con las lagartijas!!! ¿Cuál es la lagartija que te asusta a vos? ¿Alguna decisión que debes tomar, o una persona que estás permitiendo que te afecte? Y es que al final de cuentas mientras yo estaba parado en el dintel viendo cómo aquel reptil huía de mi sombra me puse a pensar que ella me tenía tanto o igual miedo como el que yo le tenía. Además, su presencia me molestaba en la medida en la que yo le estaba dando importancia. La verdad es que no sé desde cuándo está en mi casa y es posible que sea desde hace varios días y yo había vivido tranquilamente. Ella me estaba afectando porque yo lo estaba permitiendo. Así como la felicidad es una decisión, el dejar que otros nos afecten también lo es. Al regresar esta tarde a mi casa me dirigí al baño a ver si la lagartija seguía ahí, pero no había rastros de ella. No sé si la volveré a ver. Lo que sí es cierto es que no permitiré que mis temores hagan que no duerma bien de nuevo. Vos tenés alguna lagartija en tu vida? Quizá te está aterrando y te afecta solo por qué vos se lo dejás… ¿por qué no probás enfrentar tu miedo y aceptar que esa “lagartija” va a estar ahí por más tiempo y que posiblemente ya estaba antes de que repararas en su presencia? En tus manos está el dejar que otras cosas u otras personas afecten tu vida. Y como dice mi amigo Freddy: auuuu!!!!