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sábado, 4 de febrero de 2012

Día 27: Ganar o al menos ser valiente en el intento (Parte I)

En su libro “Mientras unos se quiebran otros rebotan”, el doctor Steve Price cuenta la historia del nacimiento de las Olimpiadas Especiales y el lema que las identifica, mismo que me pareció impactante y espectacular y sobre el cual quiero compartirte hoy: “Déjame ganar. Pero si no puedo, déjame ser valiente en el intento”. El solo pensar en los niños y adultos con capacidades especiales que en lugar de dejarse morir en el abandono se esfuerzan por competir, sin más ambición que superar sus propios records personales hace estremecerse a cualquiera que se jacte de tener un mínimo de sentimientos. Durante la vida que me ha tocado vivir, he conocido a muchas personas que aunque tienen todas sus capacidades al máximo se deprimen y dejan que las adversidades los apaguen lentamente. Sé que el solo hecho de pensar en arriesgarse causa pavor y peor aún, el saber que las probabilidades de fracasar son las mismas o más que las de ganar, lo dejan a uno paralizado. Ahora bien, qué sería de la humanidad si los grandes hombres y mujeres de la historia no se hubieran arriesgado a sabiendas de que muchas veces las circunstancias no eran favorables. Todo está en la actitud. Ella es una decisión, no un sentimiento. Vos decidís si querés ser valiente o acobardarte en la tranquilidad de lo supuestamente seguro.  Una enseñanza budista que me impresiona es la máxima que dice que “lo único permanente es lo impermanente”, ya que toda situación, tarde o temprano varía. Y de ahí la importancia de estar siempre dispuestos a arriesgarse cuando las circunstancias lo ameritan. Hace poco más de un mes, salimos con dos amigos a cenar, y dentro de la charla hablábamos que uno de ellos había dejado a la mitad sus estudios universitarios. Dentro de la conversación mencionamos que si quería avanzar profesionalmente quizá le sería más fácil si contaba con un título académico que lo respaldara. La respuesta de aquel amigo fue que “le daba pereza” regresar a la universidad, y que la experiencia que tiene es mayor que lo que le pueden enseñar en las aulas. Estoy seguro de que él tiene razón en cuanto a la experiencia que ha acumulado en todos los años que lleva en el mismo negocio del reclutamiento de personal, pero me parece injusto para sí mismo que se cierre puertas solo por desidia. Más que pereza creo que es miedo a fracasar, ya que lleva muchos años de no estudiar. Ahora bien, pongamos en perspectiva. El tiene la misma edad que yo. Dentro de dos años será una persona de 40 años. Pueden pasar 2 situaciones en el ámbito profesional: Primero, si se mantiene en su actual trabajo seguramente su expectativa salarial y de desarrollo no sean tan halagüeñas. Segundo, si se quedará sin trabajo seguramente sería más difícil colocarse en vista de que en la actualidad las empresas buscan mano de obra barata y joven, y seguramente en dos años habrá muchos más universitarios dispuestos a trabajar por la mitad de lo que él gana y haciendo lo mismo. En la mente de él quizá su experiencia sea el ancla a la que se aferra. En la mente de los inversionistas lo que pesa son los costos, y si alguien quiere hacer el mismo trabajo por menos dinero y teniendo un título universitario. No hay que ser actuarios economistas para saber qué prefiere el dueño del capital. Todo esto me sirve para ilustrar que el miedo o la pereza a hacer las cosas que sabemos nos pueden ayudar, pueden frustrar nuestro futuro. Hoy en día hay muchos ancianos que hacen grandes colas en el Seguro Social para recibir una mísera pensión mensual. Me pregunto si los que estamos en una edad económicamente activa y gozamos de buena salud, queremos eso para nosotros en nuestra jubilación. Seguramente no. Entonces no podemos esperar que las cosas nos las den de gratis. Hay que comenzar a ahorrar y prever para esa época. Solo hay que tomar la decisión. Muchos temen que quizá no les alcance. Pero bueno, si son juiciosos con el presupuesto, nunca falta para preparar la vejez propia en lugar de tener que pasar penas frente al Seguro Social. Por cuestiones de espacio, dejaré acá estas reflexiones. Sin embargo seguiré con el tema. Ya que creo que una de las mayores causas de frustración y por ende de infelicidad, es el no arriesgarse cuando hay que hacerlo porque las oportunidades nunca dan un segundo chance. Y mientras tanto, como dice mi amigo Freddy: Auuuuu!!!!

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