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jueves, 25 de octubre de 2012

Día 83: Perdonar Sinceramente (Parte II -autoperdón-)

Hoy en día muchas personas, tanto hombres como mujeres, nos obsesionamos por la figura y la apariencia. Nos inventamos cuanta dieta se pueda ocurrir, gastamos cantidades grandes de dinero y de tiempo en recetas milagrosas para adelgazar, nos gusta comprar buena ropa y costosísimos perfumes, e incluso llegamos a pagar el gimnasio y vamos solo una o dos veces al mes. El otro extremo es el de la gente que busca una moda o una “tribu urbana” para integrarse a un colectivo aunque al inicio no esté 100% de acuerdo con ella. También hay quienes se meten en la depresión total y se alejan de la colectividad o bien no están deprimidos pero se apartan de la gente. Conozco de hecho a alguien, a quien llamaré Wagner, quien tiene un potencial inmenso de inteligencia, se le dan los números y la computación increíblemente, ya se graduó de la universidad como periodista profesional pero desde hace años trabaja como bodeguero en una agencia de una empresa de telecomunicaciones. Cuando se le pregunta por qué no busca algo mejor para desarrollar su carrera contesta que está muy cómodo ahí y que le gusta que nadie se mete con él y que gana lo suficiente para subsistir. También hay quienes abandonan sus estudios por el pretexto de que el trabajo los absorbe y que tienen muchas obligaciones y se niegan un mejor futuro para sí y sus familias y se quedan corriendo como diría Robert Kiyosaky “la carrera del hámster”. Otros muchos optan por dedicarse a la diversión y a gastar el dinero desmesuradamente y no guardan para los momentos de emergencia. Y de esta manera hay miles de actuaciones y de personas que, por sus acciones, se niegan a sí mismas un mejor futuro y mejores oportunidades. Dentro de los pasos que he estado exponiendo, quizá uno de los más polémicos es el del perdón, porque como han escrito muchos, es muy complicado otorgarlo y tomar la decisión de darlo, en vista de que muchos hemos optado por seguir en la corriente y no contra ella. La primera decisión que hay que tomar al respecto es la de perdonarse a sí mismo. Es quizá la más complicada de las decisiones que hay que tomar porque generalmente la gente está en cualquiera de los 2 extremos: 1. Quienes creen que lo que han vivido, hecho o son es tan malo que no pueden alcanzar perdón o 2. Quienes consideran que no han vivido, hecho o son malos y que por lo tanto no tienen nada por lo cual perdonarse. Ambos extremos, como casi todo en la vida, son peligrosos. El primero porque generalmente conduce a las personas a la depresión y en casos muy extremos al fatídico suicidio y el segundo porque hace que las personas pierdan el respeto por los absolutos y los valores y en consecuencia no solo se afectan a sí mismos sino que también a los que los rodean. Si estamos obsesionados por la figura y las apariencias es porque generalmente no estamos conformes con nosotros mismos, y eso es muestra de que no nos amamos y por lo tanto debemos iniciar perdonándonos el no hacerlo. Si gastamos en mucha ropa y lociones y pagamos gimnasio sin ir tenemos que perdonarnos por no valorar el dinero que nos cuesta y porque de alguna manera estamos buscando satisfactores externos. Si estamos dentro de un grupo o una moda que no nos llena pero que nos da sentido de pertenencia, tenemos que perdonarnos por no valorarnos y no tener las agallas de buscar un mejor sitio para nosotros. Si somos como Wagner que a pesar de tener un gran potencial desperdiciamos lo que somos y tenemos, es necesario que nos perdonemos por cerrarnos las oportunidades a un mejor futuro. Si creemos que lo que hemos hecho, somos o pensamos no está bien y es imperdonable hay que preguntarnos por qué somos verdugos tan implacables y aprender a perdonarnos. Si estamos en mal camino corregirlo pero no seguir llevando las piedras de la pena por el pasado que ya finalizó. Al final de cuentas, será imposible que podamos otorgar perdón a otros si primero no aprendemos a darnos perdón a nosotros mismos, porque generalmente la persona más injusta con vos, sos vos mismo. Es tiempo de perdonar y de marcar una línea de reinicio. Lo hermoso de la vida es que nunca es tarde para corregir el camino. ¿Estás dispuesto a tomar la decisión? Y como dice mi amigo Freddy: Auuuuu!!!

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