Copyright


El contenido de este blog está protegido por los derechos de autor de
acuerdo a la legislación y costumbre internacional aplicable. Podrá utilizarse
el contenido siempre que se cite la fuente.


miércoles, 10 de octubre de 2012

Día 79: Verdell, mi razón para defender a los animales.

En el mundo las personas tienen diferentes vocaciones de vida. La mía no es ser padre, ni esposo ni nada convencional. Pero admiro a quienes tienen ese privilegio y cumplen a cabalidad los papeles que les tocaron. A pesar de todo eso, tengo una pasión (recién adquirida hace 2 años): mi perrito. En noviembre de 2010, llegó a mis brazos por primera vez ese cachorrito. Hasta ese momento yo no había querido tener una mascota desde que El Goyo, mi pastor alemán, desapareció cuando yo tenía 8 años (hacía 28 años de todo eso). Sin embargo cuando lo vi en la tienda de mascotas y se acercó a mí hubo un click. Eso que sucede solo unas pocas veces en la vida. No podía permitir que alguien más lo llevara. En ese mismo instante lo compré y se vino a casa. Como era un bebecito de apenas 2 meses, pasé de una vez a comprar una pañalera, ropita para cama, una colchita, sus implementos de limpieza e hice la cita con el veterinario para que comenzara a verlo. Ese fue el primer día que Verdell Alexander Constantino estuvo conmigo. Han pasado 2 años y me encanta. Ahora que vivo solo ya no lo tengo conmigo porque no creo que una criaturita deba crecer sola (casi todo el día paso fuera de mi apartamento). Está en casa de mis papás donde siempre hay gente. Pero cada domingo que voy allá, mi schnauzer hace una de fiestas que me hace feliz el día. Él es una parte importante para mí. Le digo “mi muchacho guapo” y generalmente se pone en mis piernas para que lo acaricie y le diga lo lindo que es y cuánto lo quiero. Solo quien ha tenido una mascota y ha tenido una relación directa con ella, puede dar fe del lazo tan fuerte que se forma. Es indescriptible. El domingo pasado, además de ver a los chicos de la Fábrica de Sonrisas, también vi a una señora ya bastante adulta que llevaba a dos cocker que portaban un letrero colgado cada uno donde se leía: “tengo derecho a no ser tratado mal”. Me pareció que era una forma espléndida de adherirse a la causa de la protección de los animales. Hace años, antes de que Verdell llegara a mí, yo veía a los perros callejeros con desprecio. Hoy los veo con compasión. Son seres que necesitan de nosotros. Yo no concibo que mi querido Verdell pueda estar alguna vez en la calle solito, perdido y sin comida. Es un ser indefenso que me da afecto y es fiel. Esa mujer que les puso los letreros a sus mascotas llevó a cabo algo que otros hemos querido decir: los animales también merecen nuestro respeto. No es posible que seamos crueles con esos seres. Sin embargo vuelvo a decirlo: solo quienes hemos logrado tener un acercamiento con ellos podemos dar fe del afecto tan hermoso y sincero que ellos pueden brindar. Quizá no nací para ser padre, esposo o cualquier otra figura convencional, pero de algo sí estoy seguro: una de las causas por la que estoy aquí es para proteger a mi Verdell y cuidar de él mientras Dios le permita vivir y me de el privilegio de tenerlo. Si vos nunca has tenido una mascota, te insto a que intentés adoptar una. Es un gasto, sí. Es complicado a veces, sí. Pero la recompensa de afecto que recibís, es invaluable. Probá. No tenés nada qué perder y sí mucho qué ganar. Y como dice mi amigo Freddy: Auuuu!!!

2 comentarios:

  1. Que lindo el nombre de tu perrito no lo sabia completo y eso que lo conozco desde cachorrito!!!

    ResponderEliminar
  2. Yo tengo una perrita tiene doce años de estar conmigo y aunque he pasado penas con ella,no me hago la idea de que algún día ya no este conmigo, es parte de mí vida.

    ResponderEliminar