Copyright


El contenido de este blog está protegido por los derechos de autor de
acuerdo a la legislación y costumbre internacional aplicable. Podrá utilizarse
el contenido siempre que se cite la fuente.


viernes, 25 de mayo de 2012

Día 56: 2 asuntos importantes: Amarse a uno mismo y ser responsable.

Hay ocasiones en las que uno se siente frente al computador y no sabe por dónde comenzar a escribir, pero hay otras veces en las que la necesidad de escribir es tan fuerte que los pensamientos fluyen más rápido que los dedos al teclear. Hoy estoy en esas. Tengo el deseo tremendo de escribir. Y esa es una de las cosas sencillas que me producen satisfacción. En esta semana estuve ausente y hoy finalmente estoy cansado porque me tuve que levantar muy temprano y porque tuve clases de la maestría, estaba viniendo a mi casa casi a las 10 de la noche, completamente rendido. No obstante, pasaron 2 acontecimientos muy importantes de los cuáles quisiera compartir. El primero de ellos fue el martes. Pasé el día normalmente, con mil cosas en el trabajo.  En la noche sin embargo, recibí un mensaje en el Messenger de la BlackBerry, donde me pedían que fuera a tomar café porque “necesitaban hablar”. A pesar de estar a la mitad de la clase de la maestría, hable con el doctor que me era preciso salir antes de que acabara la clase y llegó Carlos por mí. Habría sido una conversación normal, a no ser porque dentro de ella, él me contó muchas cosas que le estaban atormentando y al final me pregunté si más de la mitad de eso no era solo producto de su autoflagelación. Hubo un momento en el que le dije que tenía que dejar de pensar en lo que los demás decían o de buscar la aprobación del resto de las personas y que tenía que pensar en sí mismo. Y es que es imposible tener relaciones sanas y duraderas con otros, si previamente no la tenemos con nosotros mismos. Esa noche reflexioné mucho sobre cómo la felicidad y la plenitud a veces se nos escapa de las manos porque tratamos de quedar bien con mucha gente sin antes quedar bien con nosotros mismos. Eso no significa ser egocéntrico. No. Solo es ordenar las cosas como deben ser. Si la regla de oro dice que debo amar a los demás como me amo a mí mismo y no me amo, entonces es difícil cumplir esa norma moral. El principio de una convivencia sana y agradable es aceptarte a vos mismo. Tolerarte, quererte, mimarte. Sin llegar a los extremos, claro es, porque todo extremo es catastrófico. Al final de cuentas hablamos largo rato y lo que le recalqué a él fue: piense por un momento en función de usted mismo y no de lo que “piensa que debe hacer” y busque en su corazón la respuesta a sus preguntas. Sé que él va a encontrar respuestas sorprendentes si se oye a sí mismo. Una de las mejores fórmulas para tener una vida plena es tener una plena aceptación de vos mismo. Reconocer que somos perfectibles sí, pero valorarnos por nuestra esencia… La segunda situación pasó el miércoles, en la clase de la maestría. El doctor que nos estaba impartiendo este módulo nos dio unos documentos a inicio de semana para que los leyéramos y los comentáramos en clase con un análisis comparativo de la legislación nacional y de otras que conociéramos. Fue muy enriquecedor el ejercicio porque no era una clase magistral sino una conversación entre todos los estudiantes. Sin embargo, cuando le preguntó a una compañera sobre el documento que a ella le tocaba leer, esta abrió el folder y comenzó a recitar lo que estaba escrito. No estaba aportando nada. Entonces el doctor le dice que haga lo que los otros habíamos hecho, es decir, explicarle al resto nuestro análisis del documento. Y ella le respondió que como era una “procesalista” tenía mucho trabajo y que no le había dado tiempo de leer. En ese momento se oyó un barullo en la clase y el mismo catedrático mostró una expresión de desconcierto. Todos los que asistimos a la maestría trabajamos. Todos tenemos miles de actividades diarias. Y todos, a excepción de ella, leímos nuestros documentos e hicimos el tiempo para compararlo con la ley nacional y expusimos. Ese incidente me hizo reflexionar sobre las excusas y su poder destructivo. Ella, al decir lo que dijo quizá trató de justificar una irresponsabilidad de un profesional no debería permitirse, pero más allá de eso, no solo quedó mal con el doctor, también con nosotros, porque el resto nos preguntamos por qué sí habíamos podido hacerlo a pesar de tener trabajos tan demandantes como el de ella. Lo desafortunado es que al tratar de evadir las consecuencias de nuestras irresponsabilidades, muchas veces decimos cosas que nos hacen quedar peor. Ese fue el caso de ella. Para lograr la plenitud es necesario asumir los deberes con la responsabilidad que ameritan. Esos detalles mínimos hablan de nosotros y nos suman o restan credibilidad. No sé si al final ella recapacitó sobre el asunto. Lo cierto del caso es que en lo sucesivo no quiero dar excusas por mis irresponsabilidades. Es mejor afrontar las cosas. Ser íntegro exige eso. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario