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sábado, 5 de mayo de 2012

Día 52: El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.

Después de haber leído dos referencias sobre la novela “Grandes Esperanzas” de Charles Dickens, me decidí a buscarla para ver si efectivamente la historia era tan buena como decían. Ayer he terminado de leer las 655 páginas del libro y creo que aquellos comentarios eran verídicos. Cada uno de los personajes merece un ensayo aparte, sin embargo, hoy quiero referirme a quien me pareció más impactante: Miss Havisham. Ella ilustra claramente lo que es dejarse vencer por la adversidad. Es el personaje de una mujer que ha vivido durante varios años encerrada en su casa, vistiendo todos los días el mismo traje de novia, que lucía cuando recibió la nota de su prometido de que ya no se casaría en el mismo momento en que se disponía a dirigirse a la iglesia donde se celebraría la ceremonia,  y quien crió a Estella (su hija adoptiva) con un corazón de hielo para hacer sufrir a los hombres como ella sufrió. Es evidente que la amargura y la tristeza hicieron de ella un ser triste, sin esperanza y vil. Al final del libro, se da cuenta del tipo de persona que creó en Estella y logra un momento de lucidez donde visualiza todos los años y oportunidades que ha perdido al haberse encerrado a vivir la amargura que sufrió. En la vida, muchos hemos vivido situaciones extremas en lo que a dolor se refiere y hay quienes nunca logran recuperarse de ellas (como Miss Havisham) y quienes usan esas situaciones para construir su futuro. Recuerdo que hace unos años cuando murió la madre y la hermana de un queridísimo amigo mío (quien a la sazón es muy dado a deprimirse), este pasó varios días bebiendo y me llamaba a altas horas de la noche amenazando con quitarse la vida o simplemente pidiendo compañía. Al día de hoy aquella pérdida le afecta mucho y ha convertido su herida en una gangrena del alma. Me da mucha pena ver que se consume y que la vida todavía puede darle mucho, pero no quiere dejar ir el dolor. Y es que sufrir es una opción, no una imposición. Cuando suceden las cosas malas en la vida y las grandes desavenencias es imposible sentir el dolor e incluso es necesario llorar o desahogar ese sentimiento, sin embargo, el duelo debería durar solo lo necesario, porque la vida está afuera esperando a que sigamos. Las separaciones, la muerte y todas aquellas cosas de las que no quisiéramos ser parte, precisamente son parte de la vida y por lo tanto insoslayables, pero vivir amargados o construir de los escombros son las alternativas que tenemos. Lo delicado de dejarse arrastrar por la amargura o de dejar que “la llaga sangre” para siempre es que nos aleja de la gente y nos hace estar solos, lo que a su vez trae depresión y se convierte en un círculo vicioso que impide la propia felicidad. El dolor y las malas experiencias son inevitables. El sufrimiento es opcional. Otro asunto delicado es que al albergar la amargura nos llenamos de tanta energía negativa que terminamos afectando a los otros. Independientemente de que sea consciente o no, hacemos “Estellas” en otras personas. En tus manos está repetir la historia de Miss Havisham y encerrarte en tus propias paredes a esperar que los años y la tristeza te consuman, o bien tomar la decisión de hacer que las cenizas aviven el fuego de tu existencia. Sin embargo la única persona que te puede ayudar sos vos mismo, porque decidir el camino es solo tu potestad. ¿Qué preferís? ¿Una vida de profunda amargura y desperdiciada? O ¿una vida donde hay dolor y sufrimiento pero siempre oportunidades de crecer? Y como dice mi amigo Freddy: auuuu!!!

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