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martes, 15 de mayo de 2012

Día 55: Demostrar afecto y disfrutar la magia de lo cotidiano (1 parte)

Acabo de abrir mi Facebook y me topo con la noticia de que un excompañero del colegio falleció. La vida es tan corta. Yo recuerdo que alguna vez escuché decir que cuando uno comenzaba a ver a sus contemporáneos fallecer, era porque se estaba comenzando a envejecer. No creo que esto sea cierto. Lo que sí me ha dejado impactado es que de un momento a otro la gente con la que estamos y con la que contamos a diario puede ya no estar. Que en paz descanse “Tamalón”. Luego de escribir sobre eso, creo que vale la pena retomar los 11 pasos de la plenitud que comencé a escribir en diciembre del año pasado. El sexto paso se resume en 2 acciones: demostrar afecto y disfrutar la magia de lo cotidiano. La primera de ellas es un poco complicada para los hombres de nuestras sociedades latinoamericanas, porque no estamos acostumbrados a que los padres demuestren afecto. Hay excepciones, sí, y muy hermosas, pero casi nunca se da. Pero la demostración de afecto rebasa las relaciones de familia, van hacia la amistad, los compañeros de estudios, los vecinos, e incluso, algunas veces hasta los desconocidos. Una demostración de afecto no se reduce tampoco a un beso o un abrazo. Una buena acción puede ser más satisfactoria, aunque claro, un abrazo recibido cuando se necesita llena tanto. En la siguiente entrada, me referiré a la segunda acción. Hoy quiero ahondar sobre las demostraciones de afecto. La gente que amamos es efímera como nosotros, es decir que algún día tendrán que partir. ¿Por qué hago este recordatorio?, sencillo, porque muchas veces perdemos el tiempo en peleas y no decimos las palabras que a veces queremos decir ni damos los besos y abrazos que deseamos, ni hacemos lo que consideramos correcto. Y todo por el orgullo. La semana pasada me quedé impresionado cuando ví que un amigo publicó en su muro de Facebook algo así “no celebraré su día a mi madre porque no se lo merece”. Me pregunto qué tipo de hijo escribe eso, donde todo mundo lo lee. Ahí lejos de hacer quedar mal  su mamá está quedando como todo un patán él. Pero me pregunto qué hará cuando ella falte. ¿Será de esa gente que hace gran escándalo en el sepelio porque la conciencia les desgarra por no haber demostrado amor mientras el ser querido vivía? Realmente no lo sé, ni me corresponde juzgarlo, pero me dejó muy mal sabor de boca. Un amigo, me escribió que no había que juzgar a esta persona porque no sabíamos qué tipo de infancia ella le había dado a él. Aunque respeto su punto de vista no estoy de acuerdo con devolver mal por mal. Si ella no le dio una buena infancia, él debería devolver bien por mal. La gente en la calle, nuestra familia y nosotros mismos estamos ávidos de afecto. El viernes pasado fui a la celebración de un cumpleaños, y lo que dijo un jovencito me dejó muy impresionado también. Luego de que partimos el pastel, todos los presentes les dimos sus respectivos abrazos de felicitación a los cumpleañeros. Cuando ya toda la celebración había pasado, nos quedamos conversando unos pocos, dentro de los que estaba este jovencito. En un momento, tomó la palabra y dijo “cómo me gustaría que todos los días fuera mi cumpleaños”, ante esa afirmación nos quedamos en silencio y luego le preguntamos si lo que quería era crecer más rápidos, pero él se rió y agregó “no, lo que sucede es que, aunque sea sincera o hipócritamente, en tu cumpleaños siempre recibís muchos abrazos, y por eso me gustaría cumplir años todos los días”. Esa evidente necesidad de afecto me conmovió tanto, sobre todo viniendo de un joven que se supone que está en lo mejor de la vida. No obstante me hizo reflexionar que muchos andamos por la vida escribiendo, hablando y tratando de impactar en otros y nos olvidamos de esos pequeños gestos que pueden ser impactantes para la vida de otros. Muchas veces un abrazo o unas palabras dichas a tiempo tienen un poder increíble. Pero adicionalmente, me pregunté por qué los padres de este joven lo hicieron crecer con esa necesidad de afecto. Seguramente no lo abrazaban ni le decían cosas buenas. Las palabras y los gestos de los padres, siembran siempre en el futuro de sus vástagos. Si les dicen que son fracasados, esos papás construyen fracasados. Pero si les dan palabras de aliento y afirmación, construyen personas felices y exitosas. Las demostraciones de afecto de los padres dejan huella en los hijos. Muchas veces he hablado sobre las consideraciones que mi madre tuvo conmigo cuando era niño. Algo me fascinaba cuando yo tenía alrededor de 5 o 6 años era dormirme sobre el pecho de mi mamá, y ella dejaba de lo hiciera. Al día de hoy me parece ese gesto tan entrañable. Los hijos que reciben afecto de papá y de mamá tienen más posibilidades de desarrollar un carácter fuerte y de enfrentar con mayor gallardía la vida que los otros. Pero ese afecto no significa dejar pasar todo, ya que la disciplina es también una demostración de afecto. Seguiré escribiendo sobre este tema porque hay miles de situaciones en los que la demostración de afecto es necesaria no solo para construir en otros, sino para hacer que nuestra existencia valga la pena y sea más feliz. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!!!


1 comentario:

  1. Quizá eso se lo que me ayuda a tener un firme caracter en la mayoría de áreas de mi vida!! mi mamá siempre me bendecia, y hasta las 22 años me acariciaba! jeje esperaré poder leer la siguiente parte =)

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