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martes, 6 de marzo de 2012

Día 38: Dejar marchar es parte del amor a otros y a vos mismo.

Hoy me di cuenta de que una persona a la quiero mucho me borró de su facebook. Le mandé un mensaje de texto y solo me respondió que para qué me iba a tener ahí si no respondía a sus mensajes. El asunto es que nunca recibí los mensajes que dice que envió. En fin, esa acción no impedirá que le siga guardando mucho aprecio. Sin embargo, me ha hecho reflexionar sobre que en la vida existen muchos encuentros y desencuentros. Y que la felicidad se alcanza también no solo con los encuentros sino con la forma en que afrontamos las separaciones. En muchas ocasiones los hombres y las mujeres optamos por devolver mal por mal, si alguien nos deja le guardamos rencor y eso al final de cuentas crea una raíz de amargura que impide alcanzar la plenitud y la felicidad. Con razón los budistas tibetanos ponen mucho énfasis en el desapego como un mecanismo de alcanzar el nirvana (la plenitud). El punto es que no puedo negar que me dolió darme cuenta de que alguien a quien yo quiero simplemente me desechó, pero tampoco puedo permitirme caer en tristeza total o en guardarle algún mal sentimiento. No es posible si de verdad le tengo afecto. Mucha gente afirma que del amor al odio hay solo un paso, no creo que sea cierto. Si uno ha amado, perdona. En este caso particular evidentemente no puedo hacer nada, él ya tomó su decisión, pero lo sigo queriendo igual como amigo. Al final de cuentas es que perdonar, soportar, y creer es manifestación del amor. Pero parte de ese amor es permitir partir cuando el otro lo desea. Porque nadie es dueño de nadie. El desapego puede durar mucho tiempo o solo unas horas, todo depende de qué tan apegados estemos al sujeto de nuestro afecto. Lo importante es vivir por un tiempo razonable el duelo y retomar la vida. La existencia es maravillosa y tener la posibilidad de que haya gente que lo afecta a uno y que cruza su camino con el nuestro es suficiente para sentirse orgulloso y satisfecho. Hoy alguien me borró de su facebook, si, pero yo lo tatué en mi album de recuerdos como un destello, ultravioleta, brillante. En resumen, un elemento de la felicidad es permitir que aquellos a quienes queremos y amamos, partan. El padre o la madre algún día deberán dejar que sus vástagos marchen a formar sus propias familias como ellos lo hicieron. Las personas que amamos, algún día tendrán su encuentro con la eternidad. La vida, es pues, un viaje en el que nos encontramos y nos despedimos. El carácter y la felicidad  convergen en esas situaciones. El primero para afrontar gallardamente las despedidas, y la segunda para celebrar el tiempo de unidad y la capacidad de salir adelante. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuuuu!!!

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