En la última semana he tenido el
privilegio de conocer a un nuevo amigo, Andrés, con quien hemos discutido
algunos temas, y dentro de los que destaca el asunto de los valores. La más
controversial de nuestras conversaciones ocurrió ayer. Luego de reunirnos con
otros amigos, decidimos caminar juntos ya que nuestras casas quedan
relativamente cerca. En un momento, Andrés me dijo que estaba convencido de que
el axioma de que “el fin justifica los medios” era cierto y que como la vida no
daba otras opciones a veces, era una verdad ineludible. En cuanto me dijo eso,
me detuve por un instante y me le quedé viendo. Le pedí que me repitiera eso, y
lo hizo. Yo me quedé estupefacto. Mucha gente dice (y lo hace con sobrada
razón) que soy “muy cuadrado” o tajante en mi forma de pensar. Creo que lo que
sucedió después de aquella afirmación de Andrés, ilustra esa manera con la que
visualizo el tema de los valores. En primer lugar, no creo que sea cierto aquel
axioma, ya que no es justificable, le decía a mi amigo, que si deseo tener el
puesto de otro lo asesine. Si tomáramos al pie de la letra la importancia del
fin sin importar los medios eso sería posible y hasta aplaudible, pero con ese
ejemplo se ilustra que es peligroso creerlo y vivirlo. El me respondió que lo
que sucedía era que en ciertos momentos sí se justifica y en otros no. Yo le
rebatí diciendo que hay que definirse bien. Si va a ser una persona
axiológicamente comprometida, que lo fuera, pero que si iba a ser cínico o mala
persona que lo fuera de verdad y no a medias. Siempre he creído que en todos
los aspectos de la vida, el “justo medio” es importante, excepto en lo que a
valores se refiere. Para mí (y con esto voy a sonar demasiado conservador,
aunque quienes de verdad me conocen saben que no lo soy) los valores no son
relativos, sino absolutos. Son el resultado de una conciencia colectiva que nos
permite distinguir lo que es aceptable y lo que no. Por ejemplo, la honradez,
es un valor. No logro entender cómo alguien puede relativizar este valor. O se
es honrado o no se es honrado. Es simple. Hace unas semanas otro amigo, Alex,
me decía que él decía “mentiras piadosas” y que para él esas no eran “mentiras
de verdad”. No estuve de acuerdo con él tampoco, porque si bien es cierto todos
mentimos mas de alguna vez, una mentira es eso, una mentira y no deja de horadar
la veracidad. Durante toda la caminata, charlamos con Andrés de varios aspectos
y de visiones distintas de la vida. Yo respeto su forma de ver la vida, le
dije, pero no la comparto. No obstante, al final de cuentas lo importante es
que a pesar de no tener una misma cosmogonía podemos conversar, sin pelear. Al
principio de esta entrada dije que “he tenido el privilegio” de conversar con
él. Y es que conocer otros puntos de vista siempre enriquece. Hace años,
seguramente yo habría peleado con Andrés para hacerle creer que mi punto de
vista era el correcto. Hoy ya no lo hago, porque la vida me ha enseñado que la
amistad exige el respeto y la tolerancia de la conciencia de los demás. Mi
particular (y tajante) forma de ver la vida me ha servido, pero no necesariamente
ha de funcionar para otros. Alguien me dijo que eso es contrariarme a mí mismo
con relación a la relatividad. No lo creo. Ya que sigo creyendo que los valores
no son negociables, sin embargo respeto que otros no lo creen así, aunque no
esté de acuerdo. Considero que esa postura es más congruente con mi visión de
los valores absolutos. Finalmente, no es con las palabras con las que puedo
convencer de mi punto de vista a otros sino con mis acciones. Sigo firme en mi
convicción, pero eso no me impide ver que hay diversidad de puntos de vista, y
que esa diversidad, lejos de amenazarme, me enriquece porque me permite ver
otras formas de ver la vida. No obstante eso, sigue siendo para mí una verdad
lo que dijo Martín Lutero cuando defendió sus escritos ante la Dieta de Worms: “a
menos que se demuestre que he caído en error, ya sea por la razón o por la fe;
no puedo, ni debo retractarme, porque ningún hombre puede actuar en contra de
su propia conciencia”. Y como dice mi amigo Freddy: auuuu!!!
Luego de leer los libros "Objetivo Felicidad" y "Pequeño Cerdo Capitalista" se me ocurrió que podría seguir el consejo de las autoras de esos libros (Gretchen Rubin y Sofía Macías, respectivamente) en relación a tomar la decisión de un proyecto personal, que también me gustaría compartir con vos y que pudiéramos crecer juntos para mejorar nuestras vidas. El objetivo de este blog es interactuar, y hacer de la plenitud: nuestro proyecto 2012.
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Tolerancia. Es tan importante para vivir en armonía, para vivir felices, para vivir en un entorno agradable. Pero si insistes en ser intolerante, lo único que lograrás es que la gente te huya. Muchas veces una hace las cosas pensando que están bien, pero hay un montón de gente que son intolerantes y lo único que hacen es ver de que forma dejarte en mal.
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