Copyright


El contenido de este blog está protegido por los derechos de autor de
acuerdo a la legislación y costumbre internacional aplicable. Podrá utilizarse
el contenido siempre que se cite la fuente.


domingo, 23 de septiembre de 2012

Día 75: Estrés, enfermedad que se cura con tu decisión...

Hace tres días, mientras iba en el bus camino al trabajo escuché la conversación de dos señores que evidentemente eran del interior del país y afirmaban que lo más feo de la ciudad capital era la vida tan llena de preocupaciones. Ayer, estuve en la ciudad de Quetzaltenango y subí al tranvía para dar un tour guiado. La señora que iba narrando la historia de aquella magnífica metrópoli mencionó que a pesar de que Xela ha ido creciendo todavía no existe el estrés que hay en la capital. Esas dos afirmaciones similares, de diferentes personas y en diferentes circunstancias me confirmaron algo que siempre que he pensado: los capitalinos somos unos enfermos de estrés. Cuando vamos manejando dejamos ir nuestro automóvil contra cualquiera que se nos atraviese porque siempre andamos apurados. No comemos a las horas necesarias ni nos alimentamos con comida natural. Escuchamos en las noticias que cada poco hay asesinatos, secuestros, asaltos. Los manifestantes bloquean las calles u obstruyen el tráfico. Se dan miles de despidos. No hay cercanía, solo gente con celulares y redes sociales pero sin vida plena. Y entonces me pregunto: ¿será posible rescatar nuestras citadinas vidas? La respuesta es clara: Sí. No obstante, la solución no depende de programas gubernamentales o de grandes empresas, sino de cada persona, de cada conciencia, de cada individualidad. Cuando cada uno de nosotros nos animemos a hacer un cambio en nuestros hábitos alimenticios, sedentarios, afectivos, laborales y sociales, podremos hacer una “pandemia de felicidad” para revertir el estrés. Mientras cada uno de nosotros no tome la decisión de hacer un cambio real en su estilo de vida no podremos ver un cambio social. Cada sociedad está conformada por millones de individualidades. Cada una de esas células debe cambiar por sí sola, no puede esperar a que cambie el resto para mutar. El estrés que vivimos los capitalinos en ciudad de Guatemala se repite en muchas otras ciudades del mundo. A pesar del progreso económico, de la expansión de las telecomunicaciones, de las noticias en tiempo real, te la tecnología de punta, estamos cada vez más solos. Las relaciones familiares y amistosas se van perdiendo. El tiempo se pierde más en las redes sociales que socializando para crear redes verdaderas de personas. Hoy mismo que estuve en Xela todo el día, y que almorcé con 2 amigos lugareños noté la forma de comer de ellos, tan pausada, tan amena, tan despreocupada. En detalles como esos se nota la diferencia. A ellos no les ha llegado esta enfermedad citadina aún. No afirmo con esto que la parsimonia debe ser la regla de la felicidad, pero sí el tomarse las cosas con más tranquilidad, de tal manera que hasta las situaciones más simples como comer o platicar reflejen ese sosiego. Pero el estrés social solo baja cuando el estrés personal mengua. Y solo mengua como decisión de vida de cada quien. ¿Vos estás dispuesto a comenzar el cambio? ¿estás dispuesto a reconocer que estamos enfermos de estrés y que necesitamos variar nuestra vida antes de que sucumbamos? ¿estás dispuesto a pagar el precio de la felicidad? Esta existencia nuestra es corta, lo mejor es tomar decisiones y hacerlas realidad. Qué fabuloso sería que en unos años en lugar de que la gente del interior pensara que la capital es una jungla vieran en ella una tierra de oportunidades donde las personas vivimos plenamente. Y como dice mi amigo Freddy: auuuuu!!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario