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domingo, 26 de agosto de 2012

Día 69: 21k, una enseñanza simple y profunda.

Hoy me levanté temprano para desayunar rápido unas tostadas que me preparé y una taza de te. Estaba muy a la expectativa porque sabía que a las 8 en punto iba a comenzar la carrera 21k de la ciudad de Guatemala, y a una cuadra de mi casa pasaba el recorrido, exactamente marcando el kilómetro 6 de la competencia. Después de que fuera la hora en punto tenía pocos minutos para acomodarme y ver a los participantes. A la hora en punto ya estaba sentado en una banca esperando el paso de los corredores. Los primeros que pasaron fueron los competidores con capacidades especiales. Me llamaron la atención 2: una mujer que no tenía piernas y un anciano que iba en silla de ruedas. Ambos iban muy entusiasmados en la carrera. Me pregunté cómo es posible que hayamos personas que tenemos la bendición de contar con todos nuestros miembros y que aún así seamos acomodados. Esas dos personas mostraban una tremenda fuerza de voluntad. Y claro, mucha gente escribe sobre esos ejemplos. Pero una cosa es leer sobre los mismos y otra muy distinta verlos en acción. Para mí fue revelador. Luego comenzaron a pasar todos los demás competidores y a medida que iba pasando el tiempo venían los rezagados. Estos últimos también me hicieron reflexionar. La vida es una carrera, en la que todos estamos compitiendo. Hay algunos que toman la delantera, otros que van en el gran pelotón y otros cuantos que se quedan hasta el final. Casi siempre se habla de los que logran los lugares privilegiados, o se elogia a los que van en el gran grupo. Pero casi nadie analiza la fortaleza de los que a pesar de ir hasta atrás y de saber que no ganarán, prosiguen. En el punto en el que estaba observando la carrera me tocó ver a varios fueron saliendo de la carrera porque el cansancio y el sol ya no les permitían seguir. Sin embargo, en el final de la carrera, venían varias personas, con casi 40 minutos de diferencia de los primeros corredores, pero ahí iban, a su paso, sin abandonar la carrera. En la vida misma, hay gente que va en la delantera y otros más que se quedan hasta atrás. Lo importante es jamás dejarla. No pensar que porque se va en el último lugar no somos merecedores de cruzar la meta. En diciembre del año pasado mientras veía la carrera de San Silvestre me prometí que la correría este año 2012. Ya estoy comenzando con el entrenamiento que Lourdes me ayudó a diseñar. Seguramente el último día de este año estaré listo a correr esa carrera. De antemano sé que no ganaré ningún trofeo ni medalla (de la competencia al menos) pero estoy seguro que voy a cruzar la meta y que me voy a demostrar que es posible cuando se tiene voluntad. Todas las metas se pueden alcanzar si se entrena y se paga el precio por ellas. Y como dice mi amigo Freddy: auuu!!!

2 comentarios:

  1. Gracias por compartir esta experiencia y felicidades por lograr cumplir la meta, todo sacrificio y esfuerzo tiene su recompensa y una gran satisfacción, saludos

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