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jueves, 16 de agosto de 2012

Día 66: Hacer las cosas bien te ahorra tiempo y te hace avanzar...

Hoy estoy de vacaciones. Es rico descansar después de varias semanas agotadoras tantos física como intelectualmente. Fui a la feria del libro que instalan en el parque central durante todo  agosto, y casualmente me encontré en la calle con un amigo con el que teníamos tiempo de no vernos: Manuel. Es originario de un departamento al norte del país y trabaja con el Estado. Mientras platicamos me contó a cerca de lo que había pasado en su vida durante los últimos meses y terminó refiriéndome una anécdota sobre su trabajo. Resulta que le hicieron mantenimiento a su computador, pero al parecer el técnico era nuevo y le había borrado todos los archivos (hace un año yo habría compartido con él que eran irrecuperables esos archivos, ahora que me he adentrado un poco en el mundo de la tecnología al menos sé que existen herramientas –especializadas, eso sí- que recuperan prácticamente todo cuando los métodos convencionales dan por sentado que se ha perdido). No quise entrar en detalles con él sobre esos asuntos informáticos que estoy seguro le hubieran parecido aburridos. Sin embargo, le pregunté por qué no había hecho una copia de respaldo y lo que me respondió me dejó completamente frío: “yo sé que hay que hacerlo (e insertó una carcajada forzada) pero a veces la pereza le gana a uno…”.  Es un joven de 22 años. Trabaja solo medio tiempo. En las tardes y las noches no hace nada más que estar conectado al Facebook. El fin de semana va casa de sus padres en el interior. Es decir tiene mucho tiempo ocioso. ¡Y hacer una copia de resguardo le da pereza! Luego de decirme eso, comenzó a contarme que tuvo qué dedicar aproximadamente dos semanas para volver a hacer la cantidad de documentos que tenía guardados en su máquina. Me pregunto cuántos de nosotros como consecuencia de no seguir normas o de ser insidiosos en el trabajo, luego tenemos que invertir muchas más horas de las que hubiéramos invertido si tan solo hubiéramos hecho las cosas como se deben. Esa expresión de Manuel y su desidia me dolieron por él. Es evidente que mientras siga gastando su vida en esa forma, no tendrá oportunidades de crecimiento personal, intelectual ni laboral. Mucha gente como él cree que solo por el hecho de llevar muchos años en un mismo puesto de trabajo o en una misma compañía los hace merecedores de mejores remuneraciones o de ascensos. Nada más alejado de la realidad. Por supuesto que la antigüedad juega un papel importante, pero no es el determinante. Tener mucho tiempo en una compañía o en una institución te da la autoridad de conocer la dinámica del lugar, pero no necesariamente las competencias para optar a un ascenso o las calidades y cualidades para que tu desempeño mejore y en consecuencia tu escala salarial. Mucha gente vive amargada porque en sus respectivos lugares de trabajo o en los grupos o instituciones donde se desenvuelven, no logran escalar espacios. Pero resulta que la mayoría no se especializa ni estudia ni lee y simplemente critica. Desde hace varios años he usado la siguiente analogía: ¿qué es más valioso un carro del año o un carro modelo ochenta? La respuesta lógica es: el carro del año. Lo mismo sucede con nosotros y nuestros conocimientos, sobre todo en esta época de alta competitividad y de acceso fácil a la información. Profesionalmente sos más valioso en la medida en que estás actualizado. La pregunta es ¿qué modelo sos? ¿cuándo fue la última vez que te actualizaste, no solo en tu rutina diaria, sino en las nuevas tendencias y su aplicación a tu trabajo y áreas de interés? Responder esas preguntas seguramente te darán una idea de qué modelo sos, y en consecuencia qué tan valioso podés ser, profesionalmente hablando, si se te compara con alguien que sí está a la vanguardia. Adicionalmente, de la anécdota de Manuel se puede aprender que si queremos ahorrarnos muchas horas en la repetición de trabajo ya terminado, es mejor seguir las reglas y hacer siempre copias de respaldo. La pereza y la desidia se pagan siempre. Tarde o temprano, y como las tarjetas de crédito mal administradas, los intereses resultan ser muy altos. Y como dice mi amigo Freddy: auuu!!!!!

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