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martes, 10 de julio de 2012

Día 62: El impacto de los hábitos (parte 1)

Una de las razones fundamentales por las que me gusta leer es que tengo la posibilidad de aprender nuevas cosas y de ir abriendo mi mente a diversos puntos de vista. En este momento estoy comenzando a leer un libro realmente impactante, se llama: “The power of Habits” (el poder de los hábitos) de Charles Duhigg. En las pocas páginas que he leído ya he extraído varias verdades que bien valen la pena comentar. Afortunadamente tengo la costumbre de subrayar todos mis libros en las partes donde aprendo cosas nuevas, y por eso no me es difícil encontrar los contenidos que busco. Al comenzar a explicar sobre la forma en que nuestros hábitos determinan nuestra manera de actuar a diario, el autor afirma que “cada uno de nuestros hábitos representa poco si se toma aisladamente, la comida que ordenamos, qué decimos a nuestros niños todas las noches, en qué ahorramos o gastamos el dinero, qué tan a menudo hacemos ejercicio, cuál es el camino que seguimos para organizar nuestros pensamientos y trabajo cotidiano tiene un enorme impacto en nuestra salud, productividad, seguridad financiera y felicidad”. Evidentemente, la vida está hecha de pequeñas porciones que viéndolas de forma separada no tienen gran relevancia. Sin embargo, lo ordenados que seamos con nuestro dinero, o la cercanía que tengamos con los nuestros, determinarán la estabilidad en nuestra vida. Esa estabilidad contribuye, finalmente a alcanzar la felicidad. Esto significa que no solo es importante evaluar qué hábitos tenemos, sino que también ponerle la debida importancia a los detalles y los pequeños instantes y acciones que entretejen nuestra existencia. Lo bueno de todo esto, es que el mismo autor, más adelante hace una declaración esperanzadora “los hábitos pueden cambiarse, si comprendemos cómo funcionan”.  No es de extrañar entonces que en la antigua sabiduría se mencionara que el conocimiento de uno mismo es la base del éxito. Cuando logramos comprender por qué hacemos lo que hacemos, de la manera en que lo hacemos, y reparamos en los pasos que damos, podemos determinar qué aspectos cambiar. Lo maravilloso de todo esto es que siempre hay chance de corregir, mientras estemos vivos. Además, Duhigg, al citar a un militar estadounidense afirma “que no hay nada que no se pueda hacer si desarrollamos los hábitos correctos”. Esa afirmación encierra una verdad sencilla y por lo mismo profunda. Es evidente que si asumimos el hábito de apartar una porción de nuestro dinero cada vez que lo recibimos, y lo ahorramos, con el correr del tiempo tendremos un soporte financiero que seguramente otros no tendrán. Si tomamos el tiempo necesario cada día para leer o estudiar el tema que nos apasiona, sin duda alguna podremos especializarnos y tendremos suficientes elementos para opinar. Si tenemos el hábito de fumar, iremos restando días a nuestra existencia. Esto funciona de forma proporcional: buenos hábitos es igual a buenos resultados, malos hábitos es igual a malos resultados.  Finalmente, todo lo que hacemos por rutina, alguna vez tuvimos que aprenderlo: caminar, lavarnos los dientes, amarrar la cinta de los zapatos, manejar bicicleta, escribir, etc. Con el correr del tiempo, muchas de estas actividades se convierten en hábitos y por lo tanto ya no demandan mucha actividad cerebral porque se actúa casi mecánicamente. En el transcurso de las siguientes entradas seguiré contándoles sobre lo que voy aprendiendo mientras voy evolucionando en la lectura de este maravilloso libro y analizaremos situaciones cotidianas a la luz de la experiencia. Mientras tanto como dice mi amigo Freddy: Auuuu!!!!

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