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miércoles, 13 de junio de 2012

Día 58: Eva sin Dios: la opción del suicidio...

En el año de 1979 la escritora guatemalteca Luz Méndez de la Vega publicó el poemario titulado “Eva sin Dios”. Durante muchos años me ha dado vueltas en la cabeza ese nombre.  Para el año en que salió, sin duda alguna fue una conmoción. Y la verdad es que me parece muy sugestivo pensar en la historia de la primera mujer que narra la Biblia, y estando “sin Dios”, lo que en mi cosmovisión representaría al equivalente de una mujer sin esperanza ni fe.  Justamente el fin de semana pasado una jovencita de 25 años se lanzó al vacío desde el tristemente célebre puente del incienso y falleció. Ese mismo día otra mujer fue detenida por varias personas cuando estaba a punto de lanzarse al precipicio con su bebé en brazos. No puedo imaginar el nivel de angustia y de desesperación que esas dos mujeres tenían. Me es imposible comprender hasta dónde una persona puede sentirse arrastrada a terminar con su vida. Solo puedo pensar que los grados de soledad y de desesperanza eran altísimos. Lo que más me impactó fue que al día siguiente, la noticia salió publicada en la Prensa en un espacio mínimo, en las páginas interiores, donde casi nadie lee. Bastaron 4 líneas para dar la noticia de que 25 años de vida de una jovencita habían terminado. Eso fue lo que más me impresionó: fueron varios años reducidos a nada.  Quizá en otras condiciones, con el apoyo de la familia o de sus amigos esa señorita no habría tomado la fatal decisión. Estaba sola, sin esperanza, sin fe, sin Dios. Muchos de nosotros nos hemos sentido más de alguna vez en soledad. Ese es uno de los grandes males del siglo XXI, y es una de las grandes paradojas: porque hay cualquier cantidad de mecanismos de comunicación, pero es la época cuando más gente solitaria hay. La vida de cada persona es difícil y a cada quien le toca vivir diversos problemas, no se pueden comparar los inconvenientes de una persona con otra porque las experiencias son distintas.  Lo duro que toco vivir a esa jovencita es tan duro como los problemas que tienen otras personas. Las realidades son distintas y no se puede menospreciar a nadie. Pero el punto de todo esto es: cómo prevenir el suicidio. Hay tantos estudios sobre ese asunto. En el libro The Tipping Point, Malcolm Gladwell ejemplifica cómo los suicidios se convirtieron en moda entre los jovencitos de unas islas del pacífico y cómo la influencia social predisponía a los adolescentes a tomar esa decisión. En una noticia reciente, también apareció en el diario Prensa Libre que el número de suicidios entre jóvenes había aumentado en el municipio de La Gomera, en Escuintla. Otra vez: cómo se puede prevenir el suicidio. Hay muchas acciones qué tomar. A nivel social, las familias tienen una enorme responsabilidad. Sobre todo los padres, de inculcarles confianza y cercanía a sus hijos. Cuando los hijos sienten consuelo en sus papás o en su familia más próxima logran tener una válvula de escape aunque no cuente con lujo de detalles lo que les causa dolor. Las iglesias, lejos de condenar a las personas tienen la obligación de acoger en su seno a las personas que necesitan consuelo. Los dedos acusadores e inquisidores están desfasados. Nosotros mismos, a nivel personal, tenemos la honda responsabilidad de buscar ayuda. Cuando nos sentimos solos tomamos decisiones malas. Cuando nos vemos en un callejón sin salida tenemos que acudir a pedir ayuda a los amigos, a la familia, a la iglesia, a la comunidad, a Dios. Es probable que haya en este mundo miles de personas que están físicamente solas y que no encuentran a nadie para escapar de sus problemas. Pero no hay problema tan grande que pueda ser solucionado. Solo la muerte no tiene solución. Y aún las sentencias de muerte: naturales o jurídicas tienen esperanza de solución. Antes de acabar con tu vida, buscá otras alternativas. No te conformés con ser una noticia de 4 líneas en un rincón olvidado del periódico. Vos valés y  mucho, pero tenés que creerlo vos para que otros lo crean. Y si alguien te dice que no es así, no hagás caso, es la voz de alguien que se siente nada y quiere que otros lo sientan también. No caigás en el juego de tu propia autodestrucción. Todos tenemos la responsabilidad de oír y de ayudar a la gente que está cerca de nosotros. No permitamos que haya más Evas sin Dios… y como dice mi amigo Freddy: auuuuu!

1 comentario:

  1. En realidad tendríamos que haber estado en esas situaciones para saber el porqué de estas decisiones. Pasé por conocer una situación así, donde se dio como resultado esa fatal decisión y lo que me dejó de enseñanza es lo siguiente: "escuchar más activamente cuando hablan mis amigos o las personas que se acercan a mí, porque es posible que den señales insignificantes de que necesitan ayuda y una las pasa desapercibidas". Lo importante es que los padres puedan inculcar la confianza y el amor como bien vos indicas, pero también el temor a Dios y no se debe confundir con miedo, sino al contrario si conoce uno de Dios, Él alejará ese tipo de pensamientos de nuestra mente. Recordemos esta frase muy linda "Dios no patrocina fracasos y una muestra es que tú estés viviendo este momento y en este mundo". Y me despido elevando una oración por que estas personas encuentren el amor de Dios y eso de paz a sus almas.

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