Ayer, camino a mi casa, me
encontré a Herbert, un viejo amigo que vive cerca de mi hogar. Y nos fuimos
platicando en el trayecto. Luego decidimos ir a una panadería que queda a una
cuadra del Parque Morazán para comprar unos exquisitos strudel de manzana para acompañar en la cena. Cuando llegamos a la caja para pagar, había
publicidad de pasteles para el día de la madre, y entonces él me comentó que no
le gustaba el mes de mayo porque le recordaba muchas cosas de su finada mamá. A
mucha gente, como a Herbert, este mes les trae agradables recuerdos y,
paradójicamente, les hace entristecerse porque los lazos que construyeron con
sus progenitoras no terminan de romperse. En una entrada que escribí a
principios de marzo comentaba que parte del amor es “dejar ir”. Yo sé que para
mí es sencillo decirlo porque mi madre aún vive, y porque seguramente la
pérdida de una madre ha de ser muy severa y difícil de superar. No obstante,
siempre he tenido la convicción de que los momentos en los que estoy con ella
debo aprovecharlos. Desde que tengo memoria mi madre siempre estuvo ahí, y solo
pensar que llegará un día en que ya no estará me da una sensación de vacío. Pero
la vida es así. Es tan difícil aceptarlo, pero sé que quizá alguna vez cuando
vea publicidad de mayo, me sienta de algún modo como Herbert. En el trayecto a la plenitud y la felicidad,
uno de los aspectos más importantes es la capacidad de dar amor y alegría a los
otros, pero también el desprenderse, desapegarse. No quiero sonar insensible
con todo esto, pero creo que ahora que tengo a mi madre debo aprovecharla, porque
algún día deberá partir. Hay ocasiones en las que me he enojado mucho con ella.
Las relaciones humanas tienen altibajos. Pero generalmente regreso a pedirle
disculpas por mi mal carácter e invariablemente ella me acepta en su regazo. El
viernes pasado publiqué en mi Facebook esto: “en los brazos de mi madre siempre
me siento en casa”. Lo hice porque amanecí soñando a mi madre. Ya mañana
escribiré una entrada con ocasión del 10 de mayo dedicada a ella, a mi tía y a
mi hermana. En la foto de esta entrada, estamos los 4 hermanos, mis dos sobrinos y mi mamá. Hoy sin
embargo, y partiendo del comentario de mi amigo Herbert, quiero invitarte a que
si tenés aún a tu mami con vos, dedicale al menos un minuto al día. Ellas se
sienten tan agradecidas cuando les das tiempo. Yo particularmente, la llamo
todas las noches cuando llego a mi casa. A veces nuestra conversación es muy “formal”,
pero al menos no dejo de escucharla. A la distancia, su voz es siempre
tranquilizadora. Me imagino que cuando yo estaba en su vientre y ella me
hablaba seguramente yo tenía la misma sensación. Y si ya no tenés a tu mamá, es
humano sentir la tristeza por la ausencia, pero también es humano celebrar el
privilegio de haber conocido a seres tan maravillosos. Estoy seguro que ella
quizá no habría querido que la lloraras sino que la celebraras. Y también hay
quienes nunca la conocieron, esa ausencia es muy particular porque se extraña a
quien nunca estuvo. En cualquier caso, este día de las madres, abrazá, escribí
a las que tienen ese papel tan fundamental y felicitalas. Si te pasa como le
sucede a Herbert, una oración nunca está de más. Y como dice mi amigo Freddy:
auuu!!!
Luego de leer los libros "Objetivo Felicidad" y "Pequeño Cerdo Capitalista" se me ocurrió que podría seguir el consejo de las autoras de esos libros (Gretchen Rubin y Sofía Macías, respectivamente) en relación a tomar la decisión de un proyecto personal, que también me gustaría compartir con vos y que pudiéramos crecer juntos para mejorar nuestras vidas. El objetivo de este blog es interactuar, y hacer de la plenitud: nuestro proyecto 2012.
Copyright
El contenido de este blog está protegido por los derechos de autor de
acuerdo a la legislación y costumbre internacional aplicable. Podrá utilizarse
el contenido siempre que se cite la fuente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario